mareo
GANAS DE MAREAR
Camilo José Cela
“¿Por qué no se vuelve a la honesta costumbre de hablar con palabras y no con frases? ¿Por qué no se llama a las cosas por su nombre y por qué se disfrazan las más elementales nociones con las siete sayas del barroco eufemismo? El de los nombres de los oficios quizá sea uno de los rincones léxicos donde mayores dislates se cometen, y en su degradación se suple siempre la noble y vieja palabra por la frase de nuevo cuño y eficacia dudosa: la comadrona ha pasado a ser profesora de partos, al aparejador lo han convertido en arquitecto técnico y el practicante se ha caído dando volteretas por el despeñadero verbal del ayudante técnico sanitario al que, para colmo, se le suelen designar con la sigla de las iniciales de la frase: ATS. Todavía más ridículamente perfecto es el cambio de nombre del acomodador que, con no poca buena y gratuita voluntad, intentó pasarse a llamar perito instalador de multitudes. Como no es cosa de perder el último vagón del penúltimo tren del despropósito, propongo que a los párrocos, de ahora en adelante, se les designe como obispos técnicos auxiliares de grado medio.”
Recogido en A bote pronto, Barcelona: Seix Barral, 1994
Camilo José Cela
“¿Por qué no se vuelve a la honesta costumbre de hablar con palabras y no con frases? ¿Por qué no se llama a las cosas por su nombre y por qué se disfrazan las más elementales nociones con las siete sayas del barroco eufemismo? El de los nombres de los oficios quizá sea uno de los rincones léxicos donde mayores dislates se cometen, y en su degradación se suple siempre la noble y vieja palabra por la frase de nuevo cuño y eficacia dudosa: la comadrona ha pasado a ser profesora de partos, al aparejador lo han convertido en arquitecto técnico y el practicante se ha caído dando volteretas por el despeñadero verbal del ayudante técnico sanitario al que, para colmo, se le suelen designar con la sigla de las iniciales de la frase: ATS. Todavía más ridículamente perfecto es el cambio de nombre del acomodador que, con no poca buena y gratuita voluntad, intentó pasarse a llamar perito instalador de multitudes. Como no es cosa de perder el último vagón del penúltimo tren del despropósito, propongo que a los párrocos, de ahora en adelante, se les designe como obispos técnicos auxiliares de grado medio.”
Recogido en A bote pronto, Barcelona: Seix Barral, 1994
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