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Di Marga Code: Yo vine a Le Havre como si hubiese partido a Groenlandia, hastiada de lo conocido: Hombres, poetas, intelectuales, críticos... desesperada ante mis semejantes, extenuada del infierno en mi isla. Solo el frío me consuela en este exilio, pues quema y no apaga el fuego interior.
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Bette Midler
Afinación semanal del 13 al 19 de mayo de 2012
El fundador del Centro de Kabbalah, Rav Áshlag, explica en su introducción de las Diez Emanaciones Luminosas: "Nada en este mundo es realmente nuestro. Aunque trabajemos por algo, lo que recibimos como resultado no es en realidad una posesión... Debemos ver todo en este mundo como si viniera del cielo".
Es un concepto poderoso, ¿verdad? Nada de lo que recibimos en el mundo, nada con lo que nacemos, nos pertenece realmente. Somos meramente un receptor de todas las bendiciones que llegan a nosotros y es nuestro trabajo cambiar de ser una vasija a ser un canal compartiendo esas bendiciones: nuestro dinero, nuestro tiempo, nuestro amor, nuestra amistad, nuestro talento, de la mejor manera posible.
Cuando empezamos a creer que somos la fuente de las bendiciones de nuestra vida y que merecemos o hemos creado sin ayuda todo lo que tenemos, estamos diciendo en esencia que no necesitamos al Creador. Y con esa conciencia nos desconectamos de la Luz. La Luz sólo descansa allí donde hay un deseo verdadero por ella.
Como estudiantes de Kabbalah aprendemos al principio de nuestros estudios que la forma de recibir más Luz es compartir la Luz que tenemos. Vivir verdaderamente esta sabiduría significa que empezamos a vernos como los gerentes de nuestras bendiciones en lugar de los propietarios. ¡Entonces podemos convertirnos en un canal para la Luz del Creador!
Es un cambio muy dramático en nuestra conciencia y no es fácil de hacer, pero los resultados del esfuerzo valen la pena.
Todo lo mejor,
Yehuda
¿Ver el consorcio repugnante de los hijos de los héroes, de los mismos, empequeñecidos en la impureza, y los vicios importados que ostentan, ante los que debieran vivir de espaldas a ellos, su prosperidad inmunda?
¿Saludar, pedir, sonreír, dar nuestra mano, ver a la caterva que florece sobre nuestra angustia, como las mariposas negras y amarillas que nacen del estiércol de los caminos?¿Ver un burócrata insolente que pasea su lujo, su carruaje, su dama, ante el pensador augusto que va a pie a su lado, sin tener de seguro donde buscar en su propia tierra el pan para su casa?
¿Ver en el bochorno a los ilustres, en el desamparo a los honrados, en complicidades vergonzosas al talento en compañía impura, a las mujeres sin los frutos de su suelo, al campesino, que tiene que ceder al soldado que mañana lo ha de perseguir, hasta el cultivo de sus propias cañas?
¿Ver a un pueblo entero, a nuestro pueblo en quien el juicio llega hoy a donde llego ayer el valor, deshonrarse con la cobardía o el disimulo? Puñal es poco para decir lo que eso duele. Ir, a tanta vergüenza! Otros pueden: ¡¡NOSOTROS NO PODEMOS!!
Jose Marti en 1887 sobre los viajes a Cuba.