Escalofriante: los mares revueltos por el robo de girasoles




¿Se dan cuenta?, he salido del silencio para comentarles odiseas en la tuerca, hirientes como mermelada de aguacate con un poco de arsénico. He pasado las de madre en este encierro, he provocado aguaceros planetarios de lo llorado, e inundado de nieves ciudades completas, a falta de un abrazo. Pero he decidido nombrar en la mansedumbre del reinado, y de tiempo en tiempo retomar los decretos, porque el cuento puede acabar en cualquier momento, y es mejor que lo sepan de viva voz.

Comenté en Facebook, hace unos meses, sobre la novela que recién he terminado: “La pasión de la Reina Margarita era más grande que el cuadro”, lo que sin dudas es un título abusivo para la portada, si le sumas mi largo nombre con apellidos, pero como “estamos de más”, vale el concepto. El caso es que se me ocurre mencionar otras propuestas más cortas, ligadas a la temática del reino y va y me lo pescan y sale nombrando un poemario.

Resulta que en esta semana abro un correo donde se anuncia la salida de una novela con aires cómicos cubanos y me siento y respiro doble, por arriba y por el ombligo, en mi caso es capaz de irradiar piedad, nunca es centro de nada, ni de mi misma que me contento con usar los ovarios para la batalla, y leo como “novedosa “ “imaginativa” “casi ultra detergente de lo insólita” la utilización de la historia de mi padre Heriberto Pascual García Peñate, ciudadano del KM 101 en la mítica ciudad de Matanzas, publicada en este blog y en varios espacios con fotos de los barcos que construía – la edad lo va llevando a tejedor y reparador de “tarrayas”- en el patio interior de la casa, barcos que nunca llegarían al río San Juan, por decreto gubernamental, dado el tamaño, propicio al viaje en alta mar, y a la fuga humana hacia el norte miamense, y dale que lo pican para alzarse con “la fértil imaginación”, nacida de la propia célula de la desvergüenza.

¿Qué pasa? ¿Es contaminación neuronal o tiran con la careta? Al que le falte que pida, que hay para regalar.


Ahora, si denuncio paso por la mala del cuento, la engreída y les doy tremenda publicidad. Si me callo, me reviento y doy alas a la estafa, así que con humildad dejo constancia en este espacio,( ni siquiera me linkeo para que la partida sea igualitaria) pero se sepa, sepan que “los cuentos” se escriben por inspiración humana, no por divina robadera en los espacios virtuales.

Salve la Reina.

Commentaires

Anonyme a dit…
Llorar a lágrima viva...

Llorar a lágrima viva.
Llorar a chorros.
Llorar la digestión.
Llorar el sueño.
Llorar ante las puertas y los puertos.
Llorar de amabilidad y de amarillo.
Abrir las canillas,
las compuertas del llanto.
Empaparnos el alma, la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos,
y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.
Asistir a los cursos de antropología, llorando.
Festejar los cumpleaños familiares, llorando.
Atravesar el África, llorando.
Llorar como un cacuy, como un cocodrilo...
si es verdad que los cacuíes y los cocodrilos
no dejan nunca de llorar.
Llorarlo todo, pero llorarlo bien.
Llorarlo con la nariz, con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo, por la boca.
Llorar de amor, de hastío, de alegría.
Llorar de frac, de flato, de flacura.
Llorar improvisando, de memoria.
¡Llorar todo el insomnio y todo el día!
Oliverio Girondo
Anonyme a dit…
http://blogjesussilvaherzogm.typepad.com/el_blog_de_jess_silva_her/2012/02/celebraci%C3%B3n-del-plagio.html

saludos

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