Calles nubladas de noviembre, es Madrid
Calles nubladas de noviembre, es Madrid.
En la esquina creo:
el caballo romperá los platos
pero no tocará la porcelana.
En el río subterráneo del Metro
corren las lágrimas
de las mujeres de la esquina.
Se escucha el bramido de sus pechos
y yo hinco el diente al miedo.
Debo regresar a casa -pan con pan,
aunque él piensa diferente de mí
que conmigo-.
Explico: he colocado la lamparilla
del cuarto en la ventana
frente a otra ventana idéntica
en medio de la puerta que da a la puerta y miro
si se han ido las piernas larguísimas,
si ha cerrado.
La luz pestañea y salto.
Si me cuelgan en un perchero
pedirán mucho más en la rifa.
La mano rutina en el pasante
que se adentra en el subsuelo,
tras ahogarse en mi destiladora.
Y yo sin maleta
bajo el cielo nublado,
en una esquina de Madrid.
Inédito del “Cuaderno de la herborista”
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y sus hombres serán
los sacerdotes del hombre,
y cada hombre será
su propio sacerdote..."
Walt Whitman
(1819-1892)