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Di Marga Code: Yo vine a Le Havre como si hubiese partido a Groenlandia, hastiada de lo conocido: Hombres, poetas, intelectuales, críticos... desesperada ante mis semejantes, extenuada del infierno en mi isla. Solo el frío me consuela en este exilio, pues quema y no apaga el fuego interior.
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Commentaires
A
avrà pace, avrà conforto.
Le tue vaghe luci belle son le stelle
onde Amor mi guida in porto.
Only from you, my sweet love, this heart
will have peace, will have comfort.
Your beautiful sweet eyes are the stars
with which Love guides me to the harbor.
en las eternas noches del olvido
que alguien me ama y me sueña...
(Carlos Pintado)
-Virginia Woolf-
Como el terror es sólo un ejercicio,
solitario me pierdo noche adentro,
sueño un puente sombrío y en su centro
la tibia luz me ofrece un vano oficio.
Pero el terror no es más que un artificio,
de la luz y la sombra, acaso un juego,
tiniebla que se apaga como el fuego,
tiniebla que fatal me niega el juicio.
Me han concedido el fuego del pecado.
Sólo el fuego; el amor jamás ha sido
En mí sino una sombra. Yo he soñado,
-en las eternas noches del olvido-,
Que alguien me ama y me sueña. No he podido
Corresponder. Soy triste como el hado
Que invierte los destinos del amado.
Soy el amado; no quien ama. He sido
El traidor y el amigo. He complacido
A oscuros dioses el manjar sagrado.
Alguien en la penumbra me ha buscado.
Alguien en la penumbra me ha vencido.
Dream not of other worlds
Milton, Paradise Lost, VIII
¿Dónde estaría yo de no haber sido
Éste que ahora deambula en corredores?
¿Sobre qué sombra busco los rigores
De la luz en las puertas del olvido?
¿Dónde estaría yo sino en la nada,
En el polvo, en el oro, o en el sueño
De aquel que se aproxima con empeño
Y paciente me acerca hacia su almohada?
¿Dónde, sino en la noche, la silueta
De mi sombra recorre la entrañable
Belleza de otra sombra, cruel saeta
Que en tan sólo un instante me sorprende?
¿Dónde mi larga muerte se desprende
De algo tan hondo, oscuro, inevitable?
Morir es imposible: la cicuta
La bebemos, despacio, como el vino
Y no morimos. Miro la pistola;
El círculo del cabo es sólo noche.
Juego con el gatillo y nada ocurre.
A solas, ya sin nadie, me aborrezco.
Pienso que no le importo al asesino.
Soy un tirano más. Nadie conspira
A mis espaldas. Niego a mis mujeres.
Sueño incendiar las casas de este pueblo.
Abjuro de mi nombre y de mi historia.
Morir es imposible. Nada ocurre.
Nadie muere. La muerte nos escribe
Poco a poco los días y las noches.
ANTE EL ABISMO, LA BELLEZA DE UNOS OJOS FAMILIARES
a Yimali González
Vendrá mi muerte y no tendrá tus ojos.
Desde la noche al alba te he esperado
como quien sabe el fin en el soñado
rostro que en el espejo ven mis ojos.
Vendrá mi muerte insomne, también ciega,
y yo me detendré sólo a mirarla,
sin descubrir siquiera si al amarla,
también seré la muerte insomne y ciega.
Vendrá la muerte como un viejo canto
Que tal vez recordamos con sosiego,
Vendrá como si todo fuera un juego:
Vendrá la muerte como un viejo canto
(Mario Lago)
Alexandre Grahan Bell
Volvi a verla en el hospital de cancerosos
donde mi padre se moria.
Le pedi que me lo cuidara
y me respondio que ella lo hacia con todos.
Con todas.
Al regresar yo, estaba
fregando de rodillas el piso con luz en el rostro.
Le llevaba una rosa roja, y me dijo
que la aceptaria esa unica vez,
porque seguramente yo ignoraba que ellas
no podian (ni querian) recibir ningun regalo.
Ni siquiera un libro? No habia al menos un libro que necesitaran?
Ni siquiera un libro.
Cuando yo era un muchacho timido y solitario al que quiza no llego a saludar.
Ella era de las mayores de la Facultad de Filosofia y Letras.
La de la inolvidable belleza morena,
la inteligente, la grave, la audaz.
Queriamos hacer un mundo mejor.
Que ese cruel y feo y sin embargo entranablemente amado
en que nos habia tocado nacer,
y buscabamos en libros respuestas a nuestras preguntas,
en libros atestados de preguntas que a menudo nos distraian.
Se fue a Francia antes que nosotros, para seguir buscando.
Ricardo, con su fervida voz neblinosa,
me hablo luego de ella, de lo que estaba ocurriendo en ella.
Estudiaba con un gran maestro, a quien tanto admirabamos
por lo que conocia y por lo que padecia.
El maestro se dio cuenta de quien era, y le pidio que quedara
a su lado.
Pero ella no podia hacerlo.
No podia quedar junto a nadie, en ningun lugar.
Otro (asi creia ella) la habia conquistado.
Para nadie seria su belleza.
Para nadie su avidez de saber, su necesidad de justicia.
O para todos.
Me dicen que estuvo en Asia sirviendo oscuramente, como hizo
siempre adonde la enviaron.
La habian encontrado en Santiago de Cuba, en 1959.
Gris era su ropa, alumbrada su sonrisa.
Ha muerto no hace mucho, atravesando la Isla en un humilde tren
en que viajaba con otras monjas como ella.
Se sintio mal, fue al bano, de donde no salio viva.
El corazon.
Ahora no puedes impedir que ponga una flor sobre tu sombra,
Victoria. Victoria?
(Roberto Fernandez Retamar.
La Habana, 19 de noviembre de 1995.
Poema inedito)