Maldicionario en la calle
Viene de salir mi poemario Maldicionario, a la venta en Bubok y en Librerias. Comienza la historia de las Editions Hoy no he visto el PARAISO, el espacio web queda abierto.
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MALDICIONARIO
EDITIONS HOY NO HE VISTO EL PARAISO
La llaman impúdica porque a cada verso se desnuda y se humilla hasta el pudor ajeno, ¿pero desde cuándo la vida o el amor ha sido algo limpio, que no manchara?, la vida es impura, impúdica e indecorosa. Maldicionario, es más bien el diario de aquella que se siente maldita, una mujer que ‘Nunca había gustado la frutilla que crece en los barrancos, antes de ver sus ojos’
“Sedición e indisciplina Aans./En Grecia y Roma al cruzar las aceras me ataban tablillas de plomo
estaba marcada al rojo ceniza de la tarde. Frente al mar Egeo, me convertía en Areteo,maldiciendo cualquier ruina. Tu lo recuerdas, lo dije bajito cuando te asesiné”
¿No oyen en estos versos la universalidad de lo humano? Para los de cultura ignota avisaré que las tablillas de plomo se usaban en Roma para los conjuros y las maldiciones. Es la maldición de la fragilidad humana, fragilidad que sucumbe a cualquier mal, pues no tiene un lugar propio en el universo, ha de hacérselo; y Marga, como tantos otros, lo creó en torno a otras fragilidades como es amar al que del mismo barro ha sido hecho.
Javier Guzmán Simón
ESPACIO BUBOK
Commentaires
BESOTES
oye es broma...sabes que te deseo lo mejor...y lo importante que es este libro para ti por muchas cosas...
y como eres poliglota...pues mil beijos
con tus disímiles yo líricos, apresados y expresados con harta candidez y fiereza al mismo
tiempo. Un abrazo y saludos, Josán Caballero
O sea, guerra y caos, como en todo lo que te rodea :-)))))
En serio, te haré visitas diarias para ver como progresa.
Besos
YO
FLORES DEL DESTIERRO
A mi tierra
A una mujer buena
A mis amigos
Estas que ofrezco, no son composiciones acabadas: son, ¡ay de mi! notas de imágenes tomadas al vuelo, y como para que no se escapasen, entre la muchedumbre antiática de las calles, entre el rodar estruendoso y arrebatado de los ferrocarriles, o en los quehaceres apremiantes e inflexibles de un escritorio de comercio - refugio cariñoso del proscripto. Por qué las publico, no sé: tengo un miedo pueril de no publicarlas ahora. Yo desdeño todo lo mío: y a estos versos, atormentados y rebeldes, sombríos y querellosos, los mimo, y los amo.
Otras cosas podría hacer: acaso no las hago, no las intento acaso, robando horas al sueño, únicas horas mías, porque me parece la expresión la hembra del acto, y mientras hay que hacer, me parece la mera expresión indigno empleo de fuerzas del hombre. Cada día, de tanta imagen que viene a azotarme las sienes, y a pasearse, como buscando forma, ante mis ojos, pudiera hacer un tomo como éste, ¡pero el buey no ara con el arpa de David, que haría sonora la tierra, sino con el arado, que no es lira! ¡Y se van las imágenes, llorosas y torvas, desvanecidas como el humo: y yo me quedo, congojoso y triste, como quien ha faltado a su deber o no ha hecho bien los honores de la visita a una dama benévola y hermosa: y a mis solas, y donde nadie lo sospeche, y sin lágrimas, lloro.
De estos tormentos nace, y con ellos se excusa, este libro de versos. ¡Pudiera surgir de él, como debiera surgir de toda vida, rumbo a la muerte consoladora, un águila blanca!
Ya sé que están escritos en ritmo desusado, que por esto, o por serlo de veras, va a parecer a muchos duro. ¿Más, con qué derecho puede quebrar la mera voluntad artística,...* la forma natural y sagrada, en que, como la carne de la idea, envía el alma los versos a los labios? Ciertos versos pueden hacerse en toda forma: otros, no. A cada estado de alma, un metro nuevo. Da el amor versos claros y sonoros, y no sé por qué, en esas horas de florescencia, vertimiento, grata congoja, vigor pujante y generoso rebose del espíritu, recuerdo esas gallardas velas blancas que en el mar sereno cruzan por frente a playas limpias bajo un cielo bruñido. Del dolor, saltan los versos, como las espadas de la vaina, cuando las sacude en ellas la ira, como las negras olas de turbia y alta cresta que azotan los ijares fatigados de un buque formidable en horas de tormenta.
Se encabritan los versos, como las olas: se rompen con fragor o se mueven pesadamente, como fieras en jaula y con indómito y trágico desorden, como las aguas contra el barco. Y parece como que se escapa de los versos, escondiendo sus heridas, un alma sombría, que asciende velozmente por el lúgubre espacio, envuelta en ropas negras. ¡Cuán extraño que se abrieran las negras vestiduras y cayera de ellas un ramo de rosas!
de tu Marti
¡Dios las maldiga! ¡Hay madres en el mundo
Que apartan a los padres de sus hijos;
Y preparan al mal sus almas blancas
Y les derraman el odio en los oídos!
¡Dios las maldiga! Oh, cielo, ¿,no tendrás
Un Dios más cruel que las maldiga más?
¡Dios las maldiga! Frívolas e impuras
Guardan tal vez el cuerpo con recato,
Como un vaso de Sevres donde humean
Hidras ardientes y espantosos trasgos.
¡Dios las maldiga, y si puede sepulte
Todo rostro que el alma real oculte!
¡Dios las maldiga! ¡Ciegas, y sensibles
Del mundo sólo a los ligeros goces,
Odian, como a un tirano, al que a sus gustos
La majestad de la pureza opone!
¡Dios las maldiga, y cuanta hacerse quiera
De las joyas de Dios aro y pulsera!
¡Dios las maldiga! ¡Untadas las mejillas,
Frente y manos cubiertas de albayalde,
Con la mano pintada, al justo acusan
Que de su amor infecundo se deshace!
¡Dios las maldiga, y a la ruin caterva
De esclavas que el honor del hombre enerva!
¡Dios las maldiga! En las temblantes manos
Los pedazos del pecho recogidos,
El justo irá do la piedad lo llame,
O alguien lo quiera, o se vislumbre un nido.
¡Dios las maldiga!
¡Dios las maldiga! ¡Yo he visto el pecho
Horrible como un cáncer animado!
¡Sufre, que es bueno, y llora, amigo mío,
Llora muriendo en mis cansados brazos!
¡Dios las perdone! ¿No se ve a este lloro
Otro clavo en la Cruz y otro astro de oro?
Dos patrias tengo yo: Cuba y la noche.
¿O son una las dos? No bien retira
Su majestad el sol, con largos velos
Y un clavel en la mano, silenciosa
Cuba cual viuda triste me aparece.
¡Yo sé cuál es ese clavel sangriento
Que en la mano le tiembla! Está vacío
Mi pecho, destrozado está y vacío
En donde estaba el corazón. Ya es hora
De empezar a morir. La noche es buena
Para decir adiós. La luz estorba
Y la palabra humana. El universo
Habla mejor que el hombre.
Cual bandera
Que invita a batallar, la llama roja
De la vela flamea. Las ventanas
Abro, ya estrecho en mí. Muda, rompiendo
Las hojas del clavel, como una nube
Que enturbia el cielo, Cuba, viuda, pasa...
En los tiempos de la maravilla
Hubo una crueldad sumamente grande:
Claváronle a un hombre
Un hierro encendido
Junto a la tetilla
Y dijéronle: ¡ande!
El anduvo una vida asombrosa:
Si se erguía, el hierro humeante
En el calor de su dolor nutrido
Por los ambos costados se salía
Y en los brazos clavábase triunfante:
Si reclinarse y reposar quería
De las artes de los hombres.
Sorprendentes y extrañas,
Con todo su peso el hierro oprimía
En sus..., en sus nobles, en sus castas entrañas.
Señor: en vano intento
Contener el león que me devora:
Hasta a escribir mi amargo pensamiento
La pluma recia se me niega ahora -
Señor: mi frente fría
Prenda clara te da de mi agonía:
Cual seiba desraigada
Mi trémula armazón cruje espantada:
No dejes que así cimbre
Como a recio huracán delgado mimbre:
¡Señor, Señor! yo siento
Que esta alta torre se derrumba al viento.
A la pasión, al tigre que me muerde
El poder de embridar el alma pierde.
¡Señor, Señor! no quieras
Mi pobre corazón dar a las fieras.