La historia de Pedro
Por el BURRON AZUL
Pedro era un hombre creativo, siempre lo fue. Había heredado de su abuelo Gustav la afición a los inventos. Gustav, que era descendiente directo de Matusalén y adicto a las manzanas de Iðunn, había emigrado a América desde tierras nórdicas durante las primeras cruzadas vikingas. A su arribo al paraíso tropical Gustav no encontró una rubia, así que tuvo que tranzar con Muchajonta, hija de un cacique local y llamada así por su exuberante cabello púbico y senos colgantes.
El primer hijo de Muchajontas y Gustav murió al nacer. Se piensa que debido a que Muchajontas no sabía que estaba encinta y simplemente pensaba que había ganado peso. El infante nació durante una borrachera y Muchajontas se sintió muy extrañada al día siguiente pues había bajado cinco libras y tenía dolor entre el bajo vientre y el altobollo. Pero no le llamó mucho la atención el dolor pélvico pues era costumbre en la época que cuando una muchacha se quedaba dormida después de una borrachera la tribu la violara en secreto. La mayoría en realidad se hacían las borrachas para disfrutar de dichos eventos, costumbre que se conserva en la actualidad entre las mujeres de la isla de Cuba. A los pocos meses nació Pedro; Gustav asumió la paternidad aunque siempre se mantuvo dudoso, solo cuando Pedro cumplió los 114 años fue que Gustav perdió toda sospecha.
A pesar de ser hijo de extranjero Pedro no gozaba de tratos especiales en la tribu, era otra época. Luego que de demostrar sus habilidades el consejo de la tribu determinó que Pedro solo tenía cualidades para cocinar. Así comenzó Pedro su profesión, hirviendo al inicio los brebajes del brujo y poco a poco incorporando plantas y musarañas que recogía en la selva que rodeaba al palenque en las comidas. La tribu se adaptó a la comida de Pedro, en la misma manera en que los europeos no podían vivir sin las especies de la india. Pedro siempre le daba ese sabor extra a la comida, nadie sabía cómo. Pedro abrió su paladar. En esa época se pudieron observar las primeras migraciones Guanahatabeyes (habitantes de la parte oriental de la isla) a la zona que más tarde ocuparía la Habana. Costumbre que aun no han perdido aunque ya no lo hacen por la comida de Pedro sino para escapar al servicio militar.
Pero nada, excepto la tía, es eterno. Un día, se descubrió por qué la comida de Pedro sabía diferente. Deyanira humahuma, que era hija del hechicero Mandinga, se enamoró de Pedro, pero al verse ignorada, pues Pedro tenía tendencias homosexuales, decidió vengarse despechada. Deyanira conjuró a la luna y con la ayuda de un grupo Caribe que se había asentado en las proximidades comenzó a espiar a Pedro con la esperanza de descubrir sus secretos culinarios. Fue así que la tribu conoció que Pedro le estaba echando, y oigan esto, CASABE a la comida. Casabe era un tubérculo que crecía en los cementerios y las puertas de los baños. Era considerado maldito y venenoso por todas las tribus de la isla. Y esto y la peste a genital era lo único que tenían en común todas las diferentes tribus de la isla. Los Tainos no consumían tubérculos, ni vernáculos, ni tentáculos, ni ningún otro alimento que contuviera culo, con la excepción de los testículos de jutía.
Pedro fue enjuiciado por la tribu. Durante el juicio se revelaron otros secretos de la cocina de Pedro, hubo uno que casi lo exonera pero no fue considerado de suficiente peso por el fiscal Pacojerme manicato. Pedro le echaba excrementos a la comida. Era creencia popular que la mierda contrarrestaba el efecto negativo del casabe. Esto le ganó el apoyo de al menos parte de la tribu, que son evidentemente los contenedores de la genética de los pobladores actuales de la isla, que no han perdido la costumbre de comer mierda. Pedro fue expulsado de la isla, puesto en una balsa y arrojado al mar.
Por algún milagro del monzón atlántico, la balsa de Pedro no se hundió en las negras aguas. Pedro sobrevivió comiendo pescado con sargazo, y bebiendo su propia orina como era su costumbre. Fue llevado norte por la corriente del golfo, que gracias a Dios no lo electrocutó. Y un día amaneció en una playa desierta. Había frío, y el cielo tenía un color azulado verdoso, naranjoso, violetoso y rojoso. La playa estaba llena de unas extrañas casetas blancas y estaba al pie de una montaña. Recogió varios cristales redondos y pulidos de la arena cuyo origen no pudo explicar. No podía adivinar que siglos más tarde en esa misma playa se desataría una batalla tremenda y más cristales se arrojarían a la playa. A los pocos días Pedro vio el primer ser humano. Era una señora mayor con un traje de baño negro enterizo y un gorro que caminó por encima de las piedras y se lanzo a las frías aguas del canal. El nunca le dijo nada pues seguramente estaba loca. Para esa época Zoe ya había publicado su primera novela de caballería.
El tiempo pasó, y Pedro descubrió que la playa era un lugar de veraneo, donde venía la gente de la ciudad cercana a buscar el calor del verano. No tardó en mezclarse con la población y se sintió como en casa pues tal como él esa gente no se bañaba todos los días, incluso había épocas en que no se bañaban por meses y meses. Pedro, que heredό la longevidad paterna, se asentó y abrió un pequeño restaurant a la orilla de la playa. En el servía una variedad de platos que hacían la delicia de los locales. Poco a poco aprendió Pedro el difícil arte de ponerse los guantes, la bufanda y el abrigo. Se dejo un hermoso bigote de maja arrebatador, y aprendió el lenguaje local. Era muy similar al suyo, y solo había que invertir los artículos y hacer ligeros cambio al final de las palabras. Por ejemplo, para decir el comemierda, bastaba decir le comemerde. Así mismo, el tarupido, el bombillo, el culo, el grajo, se convertían en le taripude, la bombille, le cul, y le graje respectivamente. Era muy fácil.
La vida de Pedro desde ese entonces transcurrió sin grandes acontecimientos. Con el tiempo se inventó el closet, y pudo el entrar para luego salir de liberado. Su restauran se mantuvo popular a través de los años y hoy en día aun se puede visitar y disfrutar de una crepa de casabe, o mejor aun de boniatillo. No es extraño ver a Pedro sentado a la puerta en días de frío, regañando a todo el que entra por la puerta y no la cierra, mientras se relame su bigote. Ahora le decían Pierre! Y así termina la historia de Pedro, el primer emigrante Cubano.
foto del tatuaje de Pedro
huella de los pies d Pedro, cuando la marea baja- el resto del tiempo es una playa de piedras.
Commentaires
soy un culo seco!!!!!
te beso
gracias.
un abrazo, (se necesita)