un objeto perdido




De modo que en el punto de partida hay un objeto perdido. A continuación el saber sobre ese objeto. Lo que distingue al poeta es que, para él, el saber perdido tiene una forma. Es la forma de ese saber lo que él tiende sobre el papel. El estilo es una coacción. Por otra parte, todo ocurre en arte como si el objeto parcial no estuviera totalmente perdido. El artista recuerda que ese objeto está hecho de sonidos, que se traducen sea en música, sea en palabras en el verso, o bien de miradas, que se metamorfosean en colores sobre la tela. Subsiste del objeto "como un virtual reguero de fuegos sobre piedras preciosas" (Mallarmé). Lo que le falta al artista no es el objeto. Es el saber sobre la forma del objeto. En el límite, el saber es más importante que el objeto, porque el saber es a base de amor. Y lo que cuenta es el amor. Ahora bien, no hay amor basado en el desconocimiento.

El poeta no queda nunca satisfecho por la fórmula del saber que él escribe. Una vez terminado, el texto se desexualiza. El fetiche sólo actúa una vez. En consecuencia, el poeta recomienza. Reescribe indefinidamente la forma del objeto, con el sexto sentido del histérico. Pero los desechos desexualizados que abandona conservan la marca histérica. Lo que les permite manipular lo inconsciente del lector, como lo hace el ícono en pintura.

Fragmento del libro Lacan de Robert Georgin

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