La Envidia




Si la envidia fuera tiña cuántos tiñosos no habrían, reza un viejo refrán
Friederich Nietzsche, en su libro "La Genealogía de la Moral", define la envidia como el instinto de la crueldad que revierte hacia atrás cuando ya no puede seguir desahogándose hacia afuera. Con ella el alma humana se ha vuelto profunda y malvada, es la fuente de la nueva valoración: el resentimiento, que se vuelve creador del odio reprimido y la venganza, del débil e impotente.

Si nos remontamos a la historia del principio de nuestros días, vemos cómo el primer caso de envidia se presenta con Caín y Abel.

Según el Génesis IV, Caín, cegado por la ira, se dejó llevar por la profunda envidia que sentía por su hermano Abel y lo asesinó.

Saúl, hijo de Kish, quien es considerado por algunos como el primer Rey de Israel en el año 1.000 a.c., fue traicionado por Samuel, quien después de ayudarlo en su gesta, se opuso al desarrollo de la monarquía buscando limitar el poder del nuevo Rey.

En el libro "La República o el Estado", de Platón, vemos cómo este filósofo, a través de los diálogos de Sócrates con los sofistas, definió la envidia cuando explica que el alma se dividía en tres partes: La primera, aquella por la que el hombre conoce (la razón o el conocimiento). La segunda, por la que el hombre se irrita (las emociones). Y la tercera, tenía demasiadas formas como para que pudiera ser comprendida bajo un nombre en particular. Platón la define como la amiga deseosa de la adquisición de gloria y de lucro.

En este mismo libro vemos cómo los sofistas, llevados por la envidia que sentían hacia Sócrates, debido a su sabiduría y su amplia noción del bien y el mal, de lo justo y de lo injusto, hicieron que éste bebiera la cicuta que le causó la muerte.

Wolfang Amadeus Mozart fue altamente odiado y envidiado por la genialidad que desde pequeño lo acompañó en la composición de música que hacía para las cortes de Austria en el siglo XVIII, especialmente por Antonio Salieri, quien arraigó dentro de sí un profundo odio hacia Dios, pues creía que éste había mandado a "su criatura" (Mozart) para desplazarlo.

En la película "Amadeus", vemos cómo a través de la narración cinematográfica, Salieri habla con Dios diciéndole "eres injusto, vengativo y malo. Te bloquearé, lo juro. Le haré mucho daño a tu criatura en la tierra hasta donde pueda hacerlo y voy a arruinar tu encarnación", refiriéndose a Mozart.

En líneas generales el envidioso es una persona con baja autoestima que vive deseando el logro, los reconocimientos y las cosas materiales de los demás. En la mayoría de los casos son mediocres, tienen poca capacidad para generar ideas y muy por el contrario les gusta robar ideas. Son amigos de ganar indulgencias con escapulario ajeno, critican destructivamente y son propensos al fracaso. Siempre se sienten víctimas, son desorganizados, menos inteligentes y en el mayor de los casos son personas pasivas, retraídas y no liderizan. Les gusta la intriga y el chisme. Es servil, adulador o jala mecate e hipócrita. Además, la venganza es su mejor arma para destruir.

Por su parte, la persona blanco de las envidias, por lo general es exitosa, trabajadora y con una gran capacidad de liderazgo, producto de una autoestima elevada y de una profunda creencia en sí misma.

Los envidiados son personas talentosas, con una dosis de ingenio, capaces de tomar decisiones, asumir retos y responsabilidades. Generalmente fijan posición ante las cosas y la vida, pero si se equivocan son capaces de rectificar, lo que las hace personas con sentido autocrítico. Son sociables, con buen sentido del humor, de buen carácter y siempre están dispuestas a colaborar. Tienen gran amplitud de pensamiento y no ejercen la venganza.

Tomado de seminario abierto

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