la banda del cruzado




Cuando te hieran, ¡canta! Cuando te desconozcan, ¡canta! Canta cuando te llamen errante y vagabundo, que este vagar no es pereza, sino desdén. Canta siempre, y cuando mueras, para seguir probablemente lejos de aquí cantando, deja tu lira a tu hijo, y di como Sócrates a sus discípulos en la tragedia de Giacometti: "¡Suona, el anima canta!"…

Tú eres poeta en Cuba, y lo hubieras sido en todas partes. Mudan con los tiempos las cosas pequeñas: las grandezas son unas y constantes. Tal fue el hombre viejo, tal el nuevo… Tú, Palma, hubieras sido aeda en Grecia, scalder en Escocia, trovador en España, rimador de amores en Italia…

Tú llevas levita, y no la entiendes. Tú necesitas la banda del cruzado. Vives de fe; mueres de amor.

…Y luego, tú tienes un gran mérito. Nacido en Cuba, eres poeta cubano. Es nuestra tierra, tú lo sabes bien, un nido de águilas; y como no hay aire allí para las águilas; como cerca de los cadalsos no viven bien más que los cuervos, tendemos, apenas nacidos, el vuelo impaciente a los peñascos de Heidelberg, a los frisos del Partenón, a la casa de Plinio, a la altiva Sorbona, a la agrietada y muerta Salamanca. Hambrientos de cultura, la tomamos donde la hallamos más brillante. Como nos vedan lo nuestro, nos empapamos en lo ajeno. Así, cubanos, henos trocados, por nuestra forzada educación viciosa, en griegos, romanos, españoles, franceses, alemanes…

En tanto, está contento, porque has sabido ser en estos días de conflictos internos, de vacilaciones apóstatas, de graves sacrificios, y tremendas penas, poeta del hogar, poeta de la amistad, poeta de la patria.
Tu amigo
José Martí
Guatemala, 1878
A JOSÉ JOAQUÍN PALMA

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