aans
Eje de cuentos
Cuando te fuiste al chalé de la montaña con cuatro turbios desconocidos
a fumar todo el fin de semana , mi vientre engendraba
un feto que temía.
Recuerdo que la angustia nublaba las calles
y me preguntaban direcciones y yo entregaba,
atrozmente entregaba lo último que recuerdo estando viva.
Hubiese podido quedarme si no fuera por mi frágil
corpulencia y esa antigua seducción hacia el desastre.
Heme de regreso al hueco de la aguja,
cabeza de alfiler donde las brumas queman,
los mediodías son plomizos lamentos
las tardes deshacen el mundo,
la anoche aterra.
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abrazos