morbo
Cleopatra tiene una serpiente finísima mordiéndole el pezón, su rostro es pálido, su cabeza inclinada entre la mordedura y el repliegue del vestido, deja el seno al aire. Es su suicidio, pintado por Guido Reni (1575-1642), en el año 1635; este óleo sobre lienzo de apenas 110 cms x 94 capta el instante, sin pavor, donde parece goce irse a la eternidad, como si el hecho de ser por amor, le concediera capitulo aparte, un estremecimiento mayor.
Días de otoño en Francia. En lo que va de año, 24 empleados de telecomunicaciones –France Telecom-se han suicidado, dejando cartas acusatorias a los patrones, no soportan más maltrato, que no les escuchen, y las caras de los colegas desesperados salen en la tv.
¿Qué tendrá esta sociedad si rara, que les hace si infelices, y no mandan al diablo ese trabajo que les ruina la existencia? No me lo explico, hasta los ministros están alborotados, pero los suicidios siguen. ¿Será que solo aceptan en las entrevistas de reclutamiento a personas con el mismo perfil desesperado por tanta represión interna, “moderación”, esa que debe caracterizar a un trabajador de por acá?
Dicen que es la crisis, lo cierto es que el país es un estanco de poca maniobra y tener una plaza en el mundo laboral un bien familial, eso si, existen ayudas para un sinfín de problemas, que ascienden al salario común de un ayudante administrativo en Madrid, donde para ganarse los 500 euros hay que currársela.
Algo esta pasando, para mi es el muro de la política económica. Mis amigos que me visitan de los “miamis” y otras latitudes, encuentran que los europeos somos pobres, una pobreza rica en cultura- si venias con la dote- lo máximo en la periferia es un populacho que se acrecienta perdiendo las virtudes de esa lengua francesa que tanto hace soñar al latino.
¿Será de tanto mirarse el ombligo que la emprenden contra la vida? Misterio, estos franceses no aguantan una semana en la Habana, pero poco critican al dictador.
Por eso me voy al pliegue, me iré cuando sea necesario al movimiento entre los paños de un manto, ese que los clásicos pintaron, ondula y me reta a pincelar desnudos por no saber alcanzar tal perfección.
Y vuelvo a la carga poética, prefiero que me llegue la hora en Madrid donde se vive, y sea el príncipe, el rey, la mismísima Sophia me rescaten de este aburrimiento y letargo de país dormido en sus glorias. Es un decir, los reyes no saben que existo, por eso ando despacio, pero coloco los rieles que me acercan al tren de noche llamado Goya y que me hará amanecer por Chamartin. De ahí a Atocha es camino de ciego, lo recorro cada amanecer, cuando quiero. De hecho tengo grabado el Paseo de la Castellana en el ojo izquierdo, día a día hacia el trabajo, lo respiré y me pertenece. Poco estorbaré, tengo papeles y no haré guerra, aunque pensándolo bien puedo romper castañas para que apoyen la causa libertaria en la isla.
Regreso pues al deber, pasar el martes con El Suicidio de Cleopatra, de Reni, que me provoca morbo, un dejarme caer en unos brazos y “que me muerda o coma la serpiente”, con todo el símbolo de la criatura, mientras me voy deslizando en la perversión- que comparto con medio mundo que no la exprime- de recorrer el cuerpo de adolescente imberbe que me acalora la entrepierna. Llámelo usted amor a la pintura.
Esta ultimo cuadro-Descendimiento- no es de Reni, es de Van der Weyden, pero miren, que cuerpo al abandono vuelve a decirnos morbo, morbo.
Commentaires
Niurki
La morbosidad muchas veces nos es atractiva cuando la imaginamos. Extraño sentimiento.
Salud, Marga.
Bello tu blog. Ruben.