maldita
"... si se lo piensa un poco, no hay decisión más infantil que la de ser escritor: una decisión que –salvo contadas excepciones- siempre se toma cuando se es niño; porque sólo entonces se cuenta con la cantidad suficiente de locura para afrontar semejante desafío y vocación. Una decisión tan irreal como la de querer ser astronauta o héroe de la Legión Extranjera (me pregunto si habrá profesión más cercana y extranjera a la del legionario o la del astronauta que la del escritor, siempre en órbita y fuera del mundo y sospechando que no será nada sencillo volver a casa) y que se produce siempre en un momento de exquisita y extrema y ficticia irracionalidad. Keiko Kai: decidimos ser escritores cuando sabemos que ya no podemos ser ninguna otra cosa. Cuando terminamos de leer ese libro de literatura infantil que nos afectará todas las edades que vendrán. Cuando –si, todo escritor de literatura surge siempre de la sombra de un escritor de literatura infantil- nos descubrimos mutantes sin cura ni remedio. Entonces somos pequeños lectores y nos decimos que queremos ser grandes escritores y se lo anunciamos a nuestros padres y nuestros padres nos miran con horror, preguntándose qué salió mal y de dónde salimos nosotros. La formación de un escritor lleva implícita la deformación de tantas otras profesiones y así nos descubrimos hijos huérfanos de un primer impulso que se produce en la infancia, en la edad mas freak de todas las edades, durante ese breve y largo tiempo en que cambiamos un poco todos los días y todas las noches por el sólo placer de sabernos únicos y elegidos y malditos y comprendiendo que ya no creceremos nunca y que, por ser escritores, seremos niños y seremos infantiles hasta el último día de nuestras vidas.
Rodrigo Fresán en Jardines de Kensington.
Commentaires
un beso
Anaisis no me olvido de ti
Andrea, Santi es un honor vuestra visita, gracias.