Verbo cubano, de Margarita García Alonso


Reguero de yaquis, en busca de los justos.

No hace mucho aprendí una expresión cubana, de esas callejeras, la cual marcó mí espíritu: “me riego como los yaquis”, esas estrellitas en metal que suelen tirar las niñas para atraparlas de una en una, de dos en dos, de tres en tres, hasta limpiar el piso y levantar la vista con aire triunfador.

Confieso que apenas leo la “prensa de opinión” sobre Cuba, me limito a las informaciones desde el encierro y oficialotas; y a un repasadito de mojito, como el que se le echa a la yuca: limón, comino y ajo, de la prensa disidente; sólo me detengo en ciertos artículos que parecen estar escritos con las tripas conectadas a cada toque del teclado.
Como cada mañana entré en varias páginas de la Internet, las cuales me han provocado el indefinible estruendo de sentirme ignorante. En menos de cinco segundos de lectura asesinaron lo que queda de mi paciencia, me convertí en yaqui, en desbarajuste; en palito chino mal movido y en sobresalto.

No me extraña que padezcamos tanta catibía cerebral y a penas se avance en el cambio y futura democratización de la isla, cuando me cuentan no sé cuantas clasificaciones de la disidencia, obligándome a aprender historias antes de saber donde estoy y mover un dedo.
¿De donde, aquí casi grito, salen estas definiciones tan aberrantes? Espero que una oscura secta de intelectuales disidentes sea la responsable, pues achacar a un autor, a él sólo, tan pasmoso desbordamiento, me da demasiada pena.
Simplemente, si alguien como yo, de natura simple, no muy portada a las grandes brazadas estima que su cuota de espera, tolerancia, frustración, hambre antigua resuelta, y exilio, se ha llenado (el tanque de agua desborda) y decide dedicar unos 30 minutos al día en una acción que libere al país de tanta opresión, si se decide a hacerlo, temerá.

Cantan con aires de nunca haber escalado una loma, de donde bajan los soneros, el deterioro del régimen. Para no molestar con la enumeración del miedo, resumo las dos informaciones del momento: las sucias tribulaciones del Herald, infiltrado de espías y molesto pues ¡alguien cobra por el trabajo de escribir! Se acabo el mundo, sin este medio de prensa. ¡NO LO COMPREN, lo he leído dos o tres veces y aquí estoy sobreviviendo! Y la declaración de Oswaldo Payá, quien descubre que la cumbre demostró el abismo entre el gobierno y el pueblo.

Con sapiencia de videntes iluminados afirman que no, no que va, no hay tantos chivatos, delatores y segurosos de este lado del mar y Cuba anda mal. Mi abuelita Luisa, tejiendo sus pañuelitos al croché, resolvería esas discrepancias con una frase: “del carajo”.
El limite de la aberración, -casi galleteo a mi gato por mirarme en este momento-, es cuando el batido -de plátano macho con cáscaras y todo-, aquí copio la expresión, “pasadas las elecciones legislativas actuales dentro de EUA”, volveremos al ataque. Ni lo tecleo, el doctor me ha prohibido acercamientos de esta índole a textos que me provocan alergias y explosiones en el hígado.

Si quieren destacar que estar en contra de la dictadura de Castro, es una tarea limitada a las convergencias, “dis-puticas” y enredos de una campaña electoral americana, al despido de periodistas, al apoyo de la izquierda europea, o al descubrimiento de Paya, les respondo: “báñense, señores, con lejía”, ese no es mi cuento.

Vivo en Europa y robo la madrugada en reflexionar y pedir acciones, de todos los que mantienen el doble juego con las embajadas, y sólo exclaman, de tiempo en tiempo, su dolor mayor: “ay que caros, chicos, los pasaportes cubanos”, dejándose sodomizar la imposición de una nacionalidad y una validación arbitraria para viajar a la isla, digna de la más prestigiosa presidenta del comité, con aires de matrona de solar.

Me critican, pero prefiero los foros, la palabra se pierde en la masa, pero es a ella que quisiera decirle cuanto me duele esto que vivimos, y el que no hagamos nada, a pesar de esa reivindicada reputación de grandes “falos”. Voy a tener que sacar mis ovarios al sol.

Hoy encontré el término “antiexilio”, soy incapaz de imaginar exactamente este disparate geográfico; pero bueno, quizás por Miami han inventado eso de estar en el Polo Norte, y, a la vez, sentir la brisa cálida bajo una mata de cocos. Quizás, no juzgo lo que desconozco.

Aclaremos el herbazal: ¿Me hablan de los que no quieren, no pudieron más y están afuera y están dispuestos a mover los caracoles, pero todavía no, cuando sea el momento; o de los que se han acomodado, los que están bajo presión, o bajo el sueño de lograr un puesto cuando se de el cambio? Mire usted, si en Cuba, el más pinto cobarde lee eso, se para en el Malecón y riega su excreta amarillenta sobre las aguas.

Pediré un certificado medico “por lectura”, enrabiada por tanta especulación y palabreja, pero sobre todo, agravada por ese terrible desenchufe de las condiciones en que esta la isla. Me detengo a dos dedos de terminar el juego, en sentencias del desastre: cubano es algo así como una nebulosa, en gestación primaria, ameba de elefante, medio siglo en el envoltorio y sin que nazcan maripositas…

¿Cuándo, pero cuándo dejarán de mirar el ganado como simple bulto de vacas y toros con la fiebre loca? ¿Cuándo dejarán de escribir para el que ya sabe? ¿Cuando van a proponer que el 4 de diciembre, a las 6 de la mañana, donde quiera que este un cubano, sacará una bandera enlutada a la calle?

Mejor atrapo el resto de los yaquis, me niego a utilizarlos en ese orden irracional: Herald + ensuciar + periodistas + espías + Estados Unidos + izquierda + oposición -aquí en golpe y en ras de mano- + dentro + fuera + isla.

Si quienes suscriben tales atrocidades pudieran presentarme una izquierdita medio pelo decidida a echar un talquito, al menos para que parezca más blanco el cuadro sombrío de mi patria, ruego que lo realice lo más rápido posible.

Me han indignado, por tocar un rollo de papel enmarañado por la nadería, las asociaciones milagrosas y las consultas gratis del horóscopo semanal. Tengo a bien señalar, cada juicio de este tipo publicado, y que no aclara, no conduce, ni aporta... debía ser racionado por la libreta intelectual del exilio, o abandonado en la sección chismorreos de compadres.

O se deja de escribir para los escritores opositores a la tiranía, cuestión de marcar puntos en la escala de la opinión disidente; se come un buen chícharo con macarela, sin sal ni aceite, que sepa a cocina de carbón, a fuego lento, y se da más importancia a propuestas, a acciones concretas, hasta esa de poner una velita en la ventana, a nivel internacional, o los sillones seguirán meciéndose con el viento, y ya saben que ese no tumba caña.

¿De qué vale que el G-dos fiche mi nombre como opositora, si sólo sirve para que un grupito de amigos, o de pensadores de la misma causa me tenga en cuenta, pues no propongo NADA?

Hace días que me viene un concepto a los labios. Surgió en la segunda guerra mundial, para calificar a quienes ayudaron a riesgo de su vida a muchos judíos, niños o combatientes, sin delatarlos, a veces, improvisándose mensajeros...era el de “hombre justo”. Estamos muy falta de ellos en este momento.

Margarita García Alonso
Le Havre, Septiembre 20, 2006



Censo de pajarracos y aves canoras.

(Octubre 20, día de la cultura cubana)


“Ayer se fue, mañana no ha llegado; hoy se está yendo sin parar un punto: soy un fue y un será y un es cansado…”
Francisco de Quevedo.

El día extendido en un periódico abierto, con noticias geográficamente imposibles. En la esquina de Miami el cóctel de frutas sabe a mameyes, mientras a un costado de la Torre Eiffel se desliza una criolla maldiciendo sus inmensas nalgonas que desentonan con la sequedad a la moda.

En España, un abanico entreabre un armario con estrépito de cuerdas. Un olor a maíz tierno invade cierta biblioteca holandesa. Una accidental corrida de óleo cae sobre la fiebre de un pintor anónimo y la mancha parece isla, parece humana en la buhardilla de su encierro.

Una gaviota, delicada como la seda, se posa en el hombre que escruta desde Suiza un bajón de neblina londinense y sabe secretos de un tigre muerto en el exilio… y esta mañana, 20 de Octubre, se celebra la jornada de la cultura cubana: escuchad , por favor, las fanfarrias.

Cuando no pasa nada, cuando no hay cambios en la isla condenada a postal de primavera pintada al agua, o a instalación contemporánea de piedras roídas; cuando no se muere un viejo meador de terrores, palabras, sanciones y estancamiento, en cualquier parte de la planeta, hay un cubano abriendo una maleta, una cuenta de banco, una carta, un libro de segunda mano, sintiéndose huérfano de tierra.

Descifremos el panorama cultural de quienes no llegaran a contentarse en las mañanas de comprar el pan y la leche, de esos viejos que no dormirán en los parques esperando las moscas, o el pedazo de algodón que les haga callar para siempre.

Van y vienen los conspiradores de café, los opositores cibernéticos, los empresarios, los consumidores de filmes, libros, música… con paciencia desconsolante, piedras en los bolsillos y una linternita en la mirada, esperando la Espera, mintiéndose: cada segundo les aleja del posible regreso.

Han cambiado tanto, se han “desempercudido”, y la distancia es enorme para dar marcha atrás. Ilusos, optimistas del exilio despatarrado, hemos perdimos la inocencia.

En la isla quedan los bailarines, dando pasitos entrecortados sobre los zapatos de un tal Prieto, mayimbe melenudo, quien reparte medallitas en piel de rectum; y gratifica a los más diestros en relaciones planetarias, con billetes de salida, pagados con fragmentos de lengua.

Si no fuera por el aire enrarecido de una celda, el poeta prisionero tendría alas. Si no fuera por la búsqueda de macarelas en el vedado, la escritora encontraría soluciones para esa oscura narrativa que padece. Alguien oculta su grito, pues desgarra la calma de los incivilizados, es demasiado portar la enfermedad de crear.

La mayoría en el desfile medieval, en las aceras, colgados de camiones traficados para uso de ciudad, anonadados parten al deber de subsistir. En la rabia, el que se esconde suena un La sostenido, rayando el disco de cuarenta y siete años en la misma podredumbre.

En lo alto, los reidores. La flora vegetativa, dientes afuera, exclama que todo es perfecto, nada pasa, ni manuscrito peligroso, ni voz exaltada… cantonada en el folklore nugatorio, eudemonismo que mata la acción, el riesgo. Cada artista, en ese patio, sabe componer con la autoridad y secar la ropa, soplando y enrareciendo el airecillo de la admiración continental.

El cementerio es inmenso: los muertos tras las rejas; los locos con punzadas en el cráneo; los que partieron demasiado temprano, y serán interpretados; el poeta que murió ebrio, anónimo en las Vegas,(1) tantos y tantos en fosas comunes, como lo es todo lugar lejos de los suyos, impuesto.

Dentro y fuera las bronquitas de siempre, palabras que sentencian los valores de una obra, y ponen traspiés al gran desbarajuste de lo bueno, lo malo, lo político, lo correcto, lo que se debe, o se tiene que decir o hacer.

En la fauna, quienes pierden su realeza ocultando nombre, apellidos, acta de nacimiento para seguir visitando los jardines de la abuela, donde los jazmines destapen las venillas de la pluma.

Tanto intelectual cubano en Occidente, renegado de si mismo, para no condenar abiertamente, para no entrar en el verdadero exilio. Conspirando una frase, un verso, después del trabajo alimentario; escondiéndose del espejo donde los recuerdos flotan entre las greñas que no desenredan desde la infancia. Tanto creador en el extranjero que no habla con el niño que fue, y abandono tan lejos, en una isla a la deriva, bajo militares de gestos graves, repetidores de ecos.

Algunos acarician la cerradura de la buena puerta que les abrió a publicar, a vender un cuadro, a postular en la lista conocida de una tómbola inexacta, donde no se sabrá, hasta pasado el tiempo, si gano el buen número. Otros, asolados, pagan el precio de portar la bandera.

Y el poeta, devorado de inercia, de incomprensión, sin publicar, habla con la vida, o con la muerte, el resto de los compromisos es vaina. Pues hay en el exterior cuentas enormes, entretenidas en desollar al unicornio, las cuales no confían en la bravura de la palabra, y siguen catalogándole de vago.

Sin brújulas, delante de recortes de un posible currículo artístico, el afiebrado con su carga de emociones a compartir se encierra y se devora.

Fuera de este censo de pajarracos y aves canoras, por suerte, aquellos muchachos, quienes saludaban la bandera en matutinos interminables, en ayunas, conspiran vídeos en YouTube (2); donde el músico de oídos abiertos al murmullo de la población, suelta un canto a La Habana Vieja, estremeciendo con su dejo el alma desmoronada… (3), o recoge la inmensa nostalgia de muñequitos rusos. Nadie va a vivir dos veces su niñez, y ese fue nuestro color.

Nada se ha perdido. Su reclamo de libertad no ha sido catalogado en la cultura oficial, son los libres del alba que se aproxima. Escuchemos ese retoño de la sabia cubana, cierta esperanza.

A veces quisiera sólo leer, o escuchar, dejar de ser esta que se estremece, fallece y abraza a quienes continúan la ruta de los cazadores, hasta que el hocico tropiece con sus escopetas, acusando a quien asesino los sueños. Cuba, voy a morir pensando que envejecer después de haberte querido fue una gran epopeya… y guardaré las felicitaciones hasta que seamos libres.

¿Y la cultura cubana, dónde, dónde, después de sobrevolar las turbias aguas? Ay, mamita, todavía en ropita interior, por todos lados, en la raíz, en el emplumado y en el corazón del ave.

Margarita García Alonso
Le Havre, Octubre 20 2006


(1) Luís Marimon, La Habana1951, Las Vegas, 1995. Poemario Herencia de la Soledad. (textos en negrita).
(2) Mastered diversos, siga la saga en http://www.youtube.com/watch?v=Q_vGWBiwKMQ
(3) Burronazul, siga los pasos en http://www.youtube.com/watch?v=1YJXKOTt4sU



La Capilla del dictador

"Es la primera persona de los cientos de retratos que he hecho que no puedo captar de una sola vez"
Oswaldo Guayasamín

La capilla del hombre se aproxima al paroxismo: festeja el fin de un representante de la raza humana, invadido de orgullo, prepotencia y desolación. En este 2006 devendrá mortuoria. Prepárense, tras el silencio de algunas semanas comenzarán en breve _del 28 al 2 de diciembre_ los cantos de guerra, las lloronas y todo el espectáculo fúnebre.

El exilio cubano sacará las enormes manos, representativas de la pintura de Osvaldo Guayasamín, y romperá la letárgica velada al darse cuenta que si, casi seis meses han pasado y el viejuco obtuvo el plazo que trafica desde agosto para poder tener una muerte rocambolesca, encarnación de todas las muertes que arrastró en vida.

Es cuestión de velorio bien organizado. La Fundación Guayasamín se ocupa de la supuesta preparación, desde abril están contentos. Vaya despiste del indito con su llama _se acuerdan del muñequito animado, el noble personajito cargando sus alforjas y tirando con su acento una lluvia de humildad. Pues es lo que hace falta, cumplir lo que sea: años o agonías a nivel latinoamericano, finalmente son los pueblos del continente sur a quienes se amenaza, _no olvidar Chávez_ en los próximos decenios para el experimento exterminador.

Se han acomplejado estos indiecitos ; les están dando por todos lados recetas anti buch, anti Estados Unidos, diciéndoles “son el mal” ; recurren al gesto de la cruz, asumen la responsabilidad de la fiesta de cumpleaños del tipo mas odiado por su pueblo, ese Castro.

Se prestan a la mascarada. Escuchan “al alto hombre blanco de pelos largos, jefe de artistas en la isla, Prieto señor espantajo de pensamientos libres”, entre otros manipuladores oportunistas, para poner el nalgerio en los aviones. Va y viene, vienen y van por los detallitos, entre el lenguaje festivo desde el Centro de Prensa internacional de la capital cubana, y la adormidera nacional, en espera del deceso anunciado.

Al encuentro con la prensa nacional y extranjera asistieron la vicepresidenta de la Fundación Guayasamín, Saskia Guayasamín, Santiago Guayasamín, nieto del autor de "La Capilla del hombre” y el Coordinador de Asuntos Internacionales de la institución cultural, Alfredo Vera, quien expresó: “En nombre de los 45 Miembros de Honor de la institución, algunos, representantes de lo más elevado del pensamiento y la cultura contemporánea venimos hoy a decirle al mundo, gracias a la valiosa cooperación de los medios de prensa acreditados en Cuba, que ratificamos la convocatoria para que nos encontremos aquí desde el 28 de noviembre hasta el primero de diciembre para cumplir con los eventos programados.”

Pues llegan los tan elevados de pensamiento a cacarear al mundo como ganarse una semanita en la Habana y sus playas cercanas; zambullirse en el ron, en la tierna langosta, en el congris de moros y en la muchacha dispuesta a voltear pesares en favores. Firmaran compromisos de publicación. El alealequeva vale para una nota oficial dentro del gran currículo vital empercudido de la gran saga cultural. Los tours-operadores, las gallináceas, las cantantes poseídas de fidelismo estrenarán plumas de ocasión, arrancadas en vivo a las aves de ese paraíso donde se padece hambre y la palabra es pecado.

El oficio de pintor no me es desconocido. Frente a los ojos y un cuerpo natura, presto a ser pintado, mis manos captan esencias; me conecto y toco el hueso sabio, esencia virgen de persona. Acto orgásmico del trazo y el color para captar la presencia de la luz interior. Guayasamín no pudo, lo confeso, y no me extraña. Sabía que ese óleo suyo, donde el Fifo, con las manos en posición del que da, toca las nalgas o espera que caiga algo del cielo, era malabarismo clownezco y por mucho que tirara la amistad hacia la representación fiel del “héroe” mas valía pasarse de la verdad y plasmar el “gracioso” hombre publico, sin adentrarse en los túneles, en la oscuridad de su alma.

“La fundación aceptó con todo amor la sugerencia de Fidel y se comprometió a realizar el homenaje en la fecha indicada”. Tengo que transcribir las palabras textuales pues desde hace mucho leo esta secular paradoja del amor desbordante y letrinario. No hay rastrojo de insípido repetidor castrista, quien no llame sexualmente o idolatre al incestuoso padre, marido, amado, con “un siempre a tu lado” visceral. Enamorados del patriarca, prosiguen en adulonerías su camino; cuéntese que no es un trillo, es una vereda de 48 años, hiriendo el siglo.

Durante mucho tiempo pensé que era una enfermedad de sumisión; hasta convencerme de que es una tremenda mutación genética de la estructura humana, hacia una especie de larva con escrofulismo del alma, que solo puede nadar y reproducirse en ese medio. Por eso lo defienden, no pueden vivir en libertad.

Pero volvamos al cuarto funerario de los próximos festejos: La capilla del hombre, el sueño póstumo del pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín. Comenzada en 1997, la construcción se ubica en un área de cuatro mil metros cuadrados en el cerro de Bellavista, detrás de la residencia del pintor, y fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.

Nunca he estado, por las fotos asemeja a una enorme mole con cúpula. En su interior, anuncian los catálogos: “evoca el destino de toda América Latina, desde México a la Patagonia, desde la época precolombina representada por las culturas Maya-Quiché, Azteca, Inca y otras locales hasta nuestro días”.
Enormes murales reflejan la historia de la conquista, la cosmogonía indígena, la llegada de esclavos, el mestizaje étnico… todo lo que podría poner a nuestro futuro muerto nacional en el rango de Tupac Amaru, solo que a Fidel no lo descuartizaron los caballos, mas bien es el caballo bestial, quien da patadas a una nación, y se burla con este aniversario grandioso de la miseria en sus calles.
Esta capilla nació en pañales manchados por esas grandes disputas de herederos de artistas, donde nadie quiere a nadie, en un van-vanvanezco: todos quieren los cuadritos, y el poder de una obra para si.
Las tres hijas que el pintor tuvo con Luce Deperon, acusaron a las autoridades de fraude. Aseguraron las hermanas que las mantenían al margen de La Capilla del Hombre y pretendían arrebatarles 1.012 obras de su padre, para manejarlas a su antojo y exigían la repartición de la herencia mientras los cuatro hijos del primer matrimonio se empeñan en cumplir lo que -aseguraban- fue el deseo de su padre: ofrecer la obra a beneficio de la sociedad a través de museos
"Han interpretado groseramente lo que dejó inacabado el artista, gritaba Cristóbal Guayasamín (hijo de su primer matrimonio) y lo están promocionando como obra de mi padre", afirman Shirma, Dayuma y Yanara Guayasamín Deperon.

Entonces apareció el Sr. Alfredo Vera, director de Asuntos Internacionales de la Fundación Guayasamín, quien como buen especialista de herederos, hizo el juez. Vera sostuvo que hace 30 años Guayasamín creó una fundación a la que entregó su patrimonio (en un legado verbal y no escrito) y que organismos del Estado han declarado sus obras como patrimonio cultural, lo que impide su repartición.

La ley en Ecuador reconoce la autoridad que tiene la mayoría de los herederos, dijo Vera al explicar que en este caso, corresponde a los cuatro hijos Guayasamin Monteverde sobre las hijas Guayasamín Deperón, cuya madre incluso publicó el libro "Una luz sin sombras" en el que describió al pintor como su "verdugo".

Taratimmmmmmm cualquier parecido con casos cubanos, preguntarle a Eusebio Leal, quizás él se acuerde de como en Cuba dejan en la calle y hacen polvo a los herederos de pintores, sea cual sea su afiliación al difunto.

De tales marañas de jurisprudencia el vicioso Sr AlfredoVera, atravesó las aguas, y consiguió un buen puesto, rentable y codiciado. Ahora este poderoso Sr. anuncia la exposición “Un abrazo de Guayasamín con Fidel”; el concierto “Todas las Voces Todas” y el coloquio “Memoria y Futuro: Cuba y Fidel”, aumentando así su imperfectible indignidad.

No nombraré los participantes al aquelarre por el 80 aniversario del monstruo y el cincuenta del yatecito. Estoy segura que el lector puede adivinar, quienes se mostraran en el banquete. Desconozco también el fin de la historia, cualquier golpe espectacular es permitido, o cura milagrosa o muerte súbita del homenajeado. Para mí, repito, es un muerto que apesta desde que le extraje, el ex -cáncer de mis días.

La gala inaugural está prevista para el lunes 28 de noviembre en el teatro Karl Marx. “Se ha invitado a todos los que se puedan reunir” enfatizó Vera.Frase que suena a excusa por si algunos intelectuales habituados a las piñatas se arrepienten del viaje. La Habana de los turistas, merece el desplazamiento, pero que pesado este moribundo de exigir fotos de cumpleaños. Fotos históricas, donde veremos a los amigos de la infamia, ya dije, no nombrados por el asco.

“La Fundación entregará a los asistentes láminas pequeñas de Guayasamín y publicaciones… _y aquí es donde se desboca el lenguaje de los lamerectums_ que destacan el camino glorioso transitado por el rebelde indomable”.

En el coloquio abordarán “la obra y el pensamiento de Fidel. Los extraordinarios proyectos humanos desarrollados por la Revolución Cubana en América Latina como la “Operación Milagro” y el método educacional “Yo sí Puedo” estarán en el centro de los debates.”

Evitando así la perdida de tiempo, de descender de los ómnibus refrigerados, sumergirse en la ciudad, sus laberintos y sus habitantes quejosos, arruinados por este tiempo de fango y arrastraderas que les ha tocado vivir.

Luego amenazan con recoger todas las reflexiones en un libro, el cual “contribuirá a elevar el conocimiento político e ideológico de las nuevas generaciones latinoamericanas, con respecto a Cuba y la personalidad de Fidel.”

Además soltaran, otra vez la plasta editorial, “Cien horas con Fidel”, no olviden que siguen sin saber como terminar de una vez con el maldito volumen de marras, pues nadie soporta ni un cuarto de hora mas.

Guayasamín pintó cuatro retratos de Fidel Castro, entre 1961 hasta 1996. Cuatro décadas donde su serie de Manos embelleció dedos y gestos. Cuanto quisiera que una de esas manos nudosas, cortara los hilos del titiritero que mueve cuerdas, detrás de bambalinas, para festejar la entrada en coche, a la eternidad, de un dictador.

Del 28 de noviembre al 1 diciembre, una nube de confetis enrarecerá el cielo habanero; un desfile militar previsto para el día 2, retumbará en viejas persianas. Quisiera tener la paciencia para separar una a una las pestañas de quienes llorarán de rabia ante tanta desfachatez.

Por favor, Exilio, convéncete de que cuentas, sale y protesta, a la calle.

Margarita García Alonso
20 de noviembre 2006, Le Havre.



Mientras sigan haciendo el juego de "los buenos" y "los diabólicos" nada me extraña. Este Chavez payaso no ha escondido sus intenciones, ni siquiera la de ser presidente vitalicio. Lanzó en plena cumbre de los No alienados que "correría la sangre venezolana en las calles de la habana si había revuelta u oposición abierta contra Gastro" y las palabras ahí quedaron. Parece que los cubanos en el exilio se dejan pasar las bravuconerías los sábados y domingos o días feriados. Acostumbrados a la inercia de esperar que el cambio debe hacerse solamente si Fidel muere.

Las acciones concretas, las marchas, el denunciar se aflojan. Esa espera me revienta. Se dedican páginas y páginas al despido de los periodistas del Herald, los chistes sobre las cagaleras corren, y la democracia sigue en panales por bordar. Ayer mismo vi , en la televisión europea, una marcha de las damas en blanco, las esposas de los presos políticos. El reportaje comienza con una señora que se lavaba la cabeza, se ponía rolos infames y mostraba como las casas de las damas están minadas de "aparatitos escuchas o retransmisores". Llamaron a la prensa internacional, salieron en los días de la Cumbre, con espigas de gladiolos y unos lacitos blancos reclamando la liberación de los maridos. Detrás de esas quince mujeres, el presidente del comité en pleno arrebato gritando vivas a quienes saben; de tiempo en tiempo recibieron una mirada, un insulto. Un pasante en bicicleta les pidió un ramito y les deseo suerte. Y nada. Debía ser mediodía y en los escalones de la puerta de entrada se sentaban viejos destartalados, miserazos de todo tipo. La ciudad y su destrucción de guerra ideológica, esa que lanza palabrejas contra los muros y olvida la cal, la pintura. No avía "cojo" ni "nadas "que se sumaran, como si una nube de inercia, abandono y postración afectara los sentidos. Carnaval de la disidencia.
Yo me niego a seguir bailando al paso que imponen los “congueros”, solo quiero escuchar el tambor mayor de la dignidad cubana, así que si se enteran como, cuando, donde podemos hacer algo, no dejan de informármelo.

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