MARE NOSTRUM





MARE NOSTRUM


Mare Nostrum donde confluyen
las cenas y los vinos
la seducción de los mariscos
y el riesgo de adormecer los bueyes
de la dulcísima tierra.

Naranjos en flor, especies de la India,
cipreses de corteza olorosa,
pimientos rojos, dátiles negros,
hortalizas del valle, azahares,
lo visto y degustado en la palabra
viaje, en el aparejo
de un barco con destino a constelar
la humareda de nuestra cocina.

Ovejas y cabras exorcizan
el hambre del Moro.
Hervir el agua malsana,
las vaporosas tortillas, el arroz
y la condena a la sobriedad.

Empecinada en las labores de mi sexo
he viajado por la tierra de las especies,
toda mujer preparó el plato de su amado,
ahuyentó la prisa de los dedos
y me trasmitió las recetas
de la suculencia y la retención.

Las enamoradas me enseñaron
las trampas de la apetencia,
los cántaros de piel, la suavidad
de las hierbas que enternecen.

En los puertos habité
junto a prostitutas hábiles,
y mi vientre repitió el veneno de la fricción.
Mare Nostrum en que te violé el cuerpo
y te hice náufrago de las ensenadas,
bañista tendido al sol del continente.

Las tazas de café y sus volutas de versos,
la anfibia vocación del cuchillo
te asemejó a mis entrañas.

Mare Nostrum que entrechoca
nuestras piernas de coral,
el hábito, esposo mío, de hechizar
envejeciéndonos.

Me unté de tu inmensidad,
perversa en la alquimia de tenerte,
sólo me fue negada la purísima piedra,
la nata, mis órganos de salvación.
No pude, no pude espantar la muerte.

Los pájaros rotos de este noviembre
anuncian una lluvia rara,
Mare Nostrum devórame,
no puedo escuchar su música,
sola, en la tierra.

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