en la tormenta

 




"Asegúrate bien de que a tu lado peleen los océanos eternos, aunque esta noche el viento en contra y las mareas nos hagan su juguete…"
"De la niebla salen rumbo a la tiniebla las olas que brillan y se encrespan. Casi estas aguas sin conciencia se comportan como si tuviesen alma..."

Rudyard Kipling 'Una canción en la tormenta'



The British Library, Harley 3999, detail of f. 21 (Hell). Jean de Meung, Le trésor. Northern France, c.1430-c.1450.


1914-18

Asegúrate bien de que a tu lado peleen los océanos eternos, aunque esta noche el viento en contra y las mareas nos hagan su juguete. A fuerza de tiempo, no de guerra, en medio del peligro nos guiamos: Sea bienvenida entonces la descortesía del Destino dondequiera que aparezca en todo tiempo de angustia y también en el de nuestra salvación, el juego vence siempre al jugador y el barco a su tripulación.

De la niebla salen rumbo a la tiniebla las olas que brillan y se encrespan. Casi estas aguas sin conciencia se comportan como si tuviesen alma- casi como si hubieran pactado sumergir nuestra bandera debajo de sus aguas verdes: sea bienvenida entonces la descortesía del Destino dondequiera que pueda verse, etc.

Asegúrate bien, a pesar de que las olas y el viento en reserva guardan ráfagas aún más poderosas, que los que cumplimos las guardias asignadas ni por un instante descuidemos la vigilancia. Y mientras nuestra proa flotando rechaza cada carrera frustrada de las olas, canta, sea bienvenida la descortesía del Destino dondequiera que se desvele, etc.

No importa que sea barrida la cubierta y se rompan la arboladura, el maderamen- de cualquier pérdida podremos sacar provecho salvo de la pérdida del regreso. Por eso, entre estos Diablos y nuestra astucia deja que la cortesía de las trompetas suene, y que sea bienvenida la descortesía del Destino, dondequiera que se encuentre, etc.

Asegúrate bien, aunque en poder nuestro nada quede para dar salvo sitio y fecha para encontrar el fin, y deja de esforzarte por vivir, que hasta que éstos se disuelvan, nuestra Orden se mantiene, nuestro Servicio aquí nos ata. Sea bienvenida entonces la descortesía del Destino, dondequiera que aparezca, en todo tiempo de angustia y también en el de nuestro triunfo, el juego vence siempre al jugador y el barco a su tripulación.


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