Cold War, OPERA VISUAL



'Cold war', en blanco y negro-  un negro blanco que adquiere consistencia de sepias- en formato 4.3, lenguaje maestro,  ópera visual, cámara en la que no determinamos si es el ojo o el cine, ese puro milagro del estremecimiento.

Un regalo del buen Dios de los creyentes, del buen Dios de los ateos, del buen Dios que es el Hombre en su dimensión de Hombre de los que han pasado por represiones, delaciones, exilios, ese buen ser que te obliga a que abandones toda pose crítica frente a la grandeza de esta obra.   Qué hacen en mi escrito?, corran a Cold War, y después nos reunimos para respirar.

Qué película, la peli de las pelis de la semana, del mes, del año, de la vida, la que podrías regalar a tus nietos para que sepan cómo fuimos, cómo huimos, cómo nos persigue ese no ser lo que éramos. No ha muerto el cine como no mueren los amores, ni desaparece por completo la tragedia. Lo político y lo íntimo bailotean, son monstruos en el desgarrón del totalitarismo y no lo sientes, no te das cuenta, tan bien narrado que me corto la mano si no aprecian esta belleza.

Polonia, Berlín, París, la guerra fría, el pianista que deserta la Polonia comunista,  el destino  que acerca, aleja... Me niego a reducir esta visión, estas visiones  a  palabras. Eso es el cine, lo que no se traduce,  arreen, dejen lo que tienen en mente, luego me agradecen.

Pawel Pawlikowski, mi nuevo cineasta del ESTE.





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