Apuntes conflictivos en la viña del camaleón.

Cuatro viejos periodistas alrededor de un plato de queso y una botella de buen vino, insistieron en preguntarme por qué no tenía « puesto » en el periodismo, con tantas revistas y publicaciones del exilio.Nos reímos mucho porque no somos ratones sin ética y si quieres ser noticia- como escritora, como artista visual, o lo qué sea- mejor cuelgas la información.

De hecho, es el camino de muchos, se pasa a géneros de reflexión dentro del periodismo: la entrevista, la crónica, la crítica, el ensayo, breve, pero ensayo. Y nos volvimos a reír de las novedades del patio, analizando un vídeo donde una « adjudicada mediática » cacareaba « colegas, colegas », hasta cinco o seis veces, como si le faltara el título o el aval, porque el premio del ridículo en esta profesión corre rápido.

No se puede ser « la noticia » y a la vez imponer « igualdad » cuando se desconocen, nunca practicados, los géneros periodísticos. Esto no es nuevo, es pañal de bebé meado. Es como pedir la absolución porque se aprendió a rezar a los siete años, o como una enfermedad de psicópata que desea ser recordado por sus crímenes. En realidad, me rectifico, no se podía, los tiempos cambian y a « la fulana» le da lo mismo la fotografía que el marco, siempre que aparezca en primera plana. Es « one woman» en esto.

Entonces cayó en el laptop un texto, de 

Kostas Vaxevanis

 Periodista griego, editor de la revista Hot Doc,  dice:

« El papel del periodista no es la neutralidad servil o las relaciones públicas, es la verdad. La verdad cueste lo que cueste...Durante años han intentado matar al periodismo y la revelación, intentan matar el perfil de personas que luchan por la verdad, los reducen, los presionan psicológicamente y algunas veces físicamente. ¿Qué hace el periodista? Tiene que hacer sencillamente su trabajo. Tenemos que redescubrir el periodismo junto con todos los mecanismos de la sociedad. Tenemos que huir de ser rehenes de la nada que lleva trajes caros y comercia con las vidas como si fueran participaciones y las uniforma. Quieren un periodismo débil que produzca informaciones tipo y brillantes promesas. Quieren un periodismo de compadreo y frente a la sociedad. Quieren un periodismo que sustituya el polvo de la calle por el brillo del estudio. En nuestro equipo periodístico, queremos un periodismo que diga la verdad, y la verdad en estos difíciles días no es una descripción neutral, sino un apoyo de la sociedad y de los débiles»

Nos hemos quedado pensando, ¿y si todo fuera un juego de quién paga la cobertura? Lo cierto, es que cualquier periodista que escapa del totalitarismo, pasa por una época seca, no contratan a personas libres, a observadores que den testimonio de su tiempo, porque quienes fueron humillados durante mucho tiempo, exigen el mismo ardor, pero bajo otra bandera. Un círculo vicioso que afinca la correlación vejado/vejador, alguien paga por lo que ha pasado, y , en la mayoría de los casos, no es el verdugo, es el mal centrado que dice una verdad que les hace ruido en la cabeza.

Otros asalariados del periodismo post totalitarismo, quieren dejar constancia de su ambivalencia informativa como prueba de bondad – hay mucho que justificar cuando se libera el Hombre de encierros, en muchos casos dejó bajo presión a la familia.

Otros trabajan de forma inconsciente para y por lo que era un « valor seguro » premio, título, puesto en la nomenclatura del represor; o aceptan cualquier nueva sumisión por la comida, el poder, el establecimiento de factorías que cortan el paño o tiñen de dorado a grupos (amistosos, de favores, complacientes, prestos a devolver la moneda y alguna propinilla) antes desprovistos de espacio.

O persiguen silenciar a los que no queremos una cápsula, o un supositorio de lo « políticamente correcto para el que paga », por ese viejo deseo humanista de ser objetivos con el lector,   en una época de miserias.

De todo, desde el honesto hasta el que sabe y no tiene salida, como en el viña del camaleón.