en el transiberiano

... nieve, abedules ,dachas, vodka y coca en "alcacezer", en medio de la Siberia, poco importa, todo es blanco y continuara durante dias hasta despues que descendamos a Vladivostok...

Nos recuperamos de Moscu y las mil veces que subimos y descendimos a las galerias del metro buscando la salida a la dacha de Boris, la cual se ha perdido junto al riachuelo, ahora congelado y que de nada sirve de lugar de cita.

Yaroslavsky se llama la estacion, hemos descendido tres botellas de vodka,en migajas un ladrillo de pan negro, y emprendemos el pomo de cornichones tan grandes como mi mano, cuando entra el viejo Boris envuelto en pieles, dos osos por lo menos y nos tiende los billetes para el tren Rossiya, ya sale, corran. Me espanta un beso ruso y una sacudida calurosa junto a una enorme sacocha en cuero que pesa mi cuerpo.

Cada Olga que le sigue se apresta a besarme y entro en el juego pero ya chiflan, al vagon, "Da, da, Rossiya se va..." si, asi es como llaman en Moscu al Transiberiano, el tren mas largo y legendario del mundo. Un viejo sueno que ha llegado sin preaviso.

No hay marcha atras, delante del susto nueve mil doscientos ochenta y ocho kilometros y ocho husos horarios, los Urales, Siberia, la tundra, la estepa, el Volga, el lago Baikal, ochoscientas estaciones, noventa paradas, cambios de locomotoras, bugias, bombeos de agua caliente,y todo en el blanco mas absoluto del invierno, sobre un asiento en cuero que se desdobla en perfecta cama, en un coche a dos literas, no necesitamos mas, mi rusito y yo lo merecemos.



Estaremos en Perm, junto al rio Kama, donde Boris Pasternack termino Doctor Zhivago... recuerdo cuando saco de la sacocha, la version francesa... junto a salmones fumados y olorosos, quesos, cornichones, vodkas, provisiones y un sobre sellado que huele a paquete de dinero...regalo del Santa klaus tabarich nuestro.

La encomienda es depositar en Ekaterimburgo, en la posada donde fue asesinado en 1917 el Zar Nicolas II y su familia, una yerba de flores, el resto del tiempo es estar en el vagon y visitar a los otros locos que han decidido pasar el comienzo de la navidad en el viaje, como si todos nos fueramos desprendiendo de "algo" bien ancrado y semejante a una casa, un pais, una familia.

Estamos sin hora, los portables, los relojes marcan Moscu. Voldv viene con su mujer inglesa y deposita las famosas pastillas de alcacezer sobre la mesita. Todo se batuquea; cuando se aparece la vieja Olga _las matruskas se llaman Olgasegun mi ruso tan olvidado como "mignazabu margarita.."

Debe tener noventa curtidos anos, muchos y , sin pedir permiso, saca la botella y brinda en el grupo. ya somos siete, dos italianos, cargados de frutos secos y un armeniano extrano, moreno y con un violin casero, que suena bateria, y puede emplearse como guitarra, violon o trompeta, da igual.




Es la vieja Olga quien nos regala papeles para los cigarrillos, de todas formas ella descendera en Ulan. Muy desenvuelta se apega al quinto porro y acepta los tragos; se levanta con vehemencia y se traga, delante del estupor general dos alcacezer _"Mon dieu, me dice la inglesa, se nos muere de una sobredosis", pero no, se carcajea, y mete en salsa con el italiano quien ya no sabe en que idioma contar historias que nadie sigue, pues es hora de calentar la barriga, con una buena sopa de coliflor, pan negro y otra vez vodka. Nadie tiene hambre, pero alguien afirma "deben beber te, mucho te, o se desidratan en la taiga.

Se rien demasiado, no sé si la vieja Olga tiene sexo con el italiano, pero a su edad la experiencia se escucha como un erotico respirar, hasta el restaurant cocina...le gustan los alcacezer, y nadie quiere darle uno de mas, hay que tener cuidado y meterlos en las botas de piel si pasan los perros de la aduana, nunca se sabe... y ella solo quiere llegar, y decirnos adios por las ventanillas donde el vaho impide tomar fotos que valgan una sombra, ajena a ese blanco que nos rodea.

El tren sigue, hemos decidido pasar la noche en el mismo vagon... y en una escapada, nadie se explica, quizas compro un satelite personal, nos ha entrado una llamada de Boris, "nos desea buen viaje, que nada nos falte... a mitad de camino, en Inkutsk, al este de Siberia, nos proveeran de nuevos productos, sus amigos..." creo que vamos a entrar en un tunel... quizas , y como dicen es enorme, podamos dormir o despertarnos un rato...

Buenas fiestas a todos.