Software Code margarita

 no sé nada, cada día los ojos se me ponen más redondos,  cristalizan lo que he visto, lo que nunca me ha pertenecido.  Todo se condensa en sal marina, semillas de espanto y él.

Cada letra me cuesta. No estoy tecleando, es buril desesperado. Tapar, golpear, machacar, cincel a la mano.


Ni siquiera existe una letra para ti, una letra que todos desconocen y yo presento, “miren como es, como puedo enseñarles quien es” y todos agreguen en su pc ese “software” complejísimo que regala margarita. Lo instalan y cuando ven la pantalla, le ven a él, se quedan fascinadas, es un muchacho y a la vez toda la existencia de una mujer, en un azul violento, a veces cielo, pero azul hasta el sexo.

Tendría que inventar parches protectores, antivirus, condones cibernéticos, pues quiero que cada una de las lectoras se acueste con él, si , con mi amado, no quiero que nada tan extraordinario, y que me está matando, me pertenezca a mi sola.
Al abrir el grifo, bajo la lluvia, al pisar la calle, al abrir la puerta, al recostarse, la química del orgasmo le haga susurrar: “ven”.



El , a quien nunca mas veré, se detendrá un día frente a un panel direccional en Madrid y dirá, “que extraño ese carácter, me recuerda mi hueco en la cabeza, el puente de mi pie, mi espalda interminable, mientras una tempestad de luz abre sus poros, se adentra en cada célula, destupiendo venillas, blocajes , recovecos, traumas, destruyendo orgullos, catibias inmensas y sin darse cuenta levanta la mano, la izquierda debe ser , y un haz de energía envuelve a los transeúntes.

Aquí se detendría la multitud, la voz ha corrido: hay un codelamarga, un software , una letra que da poderes al Hombre … es mejor que las finas drogas, las yerbas milagrosas…


El muchacho de la mejilla herida ha comprendido detrás de las pestañas, en un montículo de sal,  que  cada hora  sobra.