Morir de amor

Paul Hermann Wagner 
MI MADRE Y MI HIJA
EXTRANAR ES POCO
LANGUIDEZCO SIN ELLAS
Nadie nos forma otra vez de la tierra y el barro, nadie sopla en nuestro polvo. Nadie. – Alabado seas tú. Nadie. Por ti queremos florecer hasta ti. – Nada fuimos, somos, seremos, floreciendo: la nada, la rosa de Nadie. Celan
Odile Redon


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