en lo más profundo del bosque

y en lo más profundo del bosque el cielo se obscureció, la temperatura se hizo eco y descendió unos seis grados. Los árboles se estremecían, los gajos se adentraban en círculos de presagios. De pronto resonó un murmullo y fue aunando los elementos hasta convertirse en ópera. Fue entonces que las aves agitadas me cagaron y tuve que protegerme en la concavidad de una acacia, bajo tremendo aguacero, como cualquier ratona.


los diez minutos en que me guarecí en este lugar, estuvieron cagándome, las cabronas, pero esto es mejor no contarlo, me queda poca dignidad a esta hora.

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