EN EL ESTORNUDO, algunas humillaciones.


"Entre las incontables humillaciones que Fidel Castro le propinó a su pueblo, la de no poder alojarse en los hoteles de su propio país no fue de las más crueles, no fue tan malvada como la de obligarlo a votar por una lista única de candidatos a la Asamblea Nacional o la de hacerlo marchar vociferando su renuncia a tener periódicos, sindicatos y asociaciones libres, pero para aquellos, tantos, cubanos que no quieren, ni necesitan ni sabrían votar libremente, o leer un periódico de más de dieciséis páginas, no poder dormir en el Habana Libre, o cenar en los jardines del Nacional, o tomarse un daiquirí en la piscina de uno de esos orondos meliás de Varadero, no tener siquiera la ilusión de poder hacerlo algún día, fue especialmente indicativa del lugar que tenían en el mundo, por el triple infortunio de haber nacido en Cuba, vivir sin democracia y padecer un régimen de pobreza estrictamente planificada. Fidel, que convenció a los cubanos de casi todo lo que los quiso convencer, o al menos, de que más les valía hacerse los convencidos, les dijo que esa prohibición era beneficiosa económicamente, y justa, en lo social, un argumento que tenía la notable cualidad de ser, a la vez, una mentira, una estupidez y un insulto."


Dice Juan Orlando Pérez: "En el fanfarrón hotel Kempinski, la estatua de Mella estaría, seguramente, tan fuera de lugar como antes en la Manzana de Gómez. Los turistas norteamericanos e ingleses pasarían por su lado sin mirarla, o tomarían fotos de ella como si fuera una rareza más en un país ya bastante extraño. Sería un símbolo de esa patética mezcla de autoritarismo comunista, subdesarrollo tropical y capitalismo primitivo que los cubanos parecen dispuestos a padecer hasta que el país reviente o no quede nadie en él, salvo los turistas".
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LO QUE NO ENTENDI ES POR QUE SE INDIGNA CON TRUMP
DADAS LAS CIRCUNSTANCIAS...

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