Me he perdido a mí mismo.



Torah, Germany ca. 1250-1299


BL, Add 21160, fol. 19r



Fe

Me he perdido a mí mismo.
A veces tomo entre mis manos los recuerdos con cariño y busco largamente mi infancia, mi fe y mi fuerza. Las veo allá, detrás de una infranqueable transparencia de años, señalando con desprecio mi actual desvío y admiro su firmeza de brújula. 
Me he perdido a mí mismo cuando más hondo me buscaba, como si a fuerza de vivir hubiese muerto. 
Tiendo adelante mis brazos y todo es adelante ¿Cómo saber? 
Espero.
Una voz más grande me dirá: ¡Ven! 
Y desde entonces caminaré con la vista de mi frente abierta, de rodillas, en un campo de heridas, llevando en la garganta el trago de la victoria. 
Y una cesación de dolores precederá la hoz de mi paso con salutación de trigo unísono ante la segadora. 
Me he perdido a mí mismo y espero. 
Señor, yo tiendo arriba los brazos. 
El hombre sufre su vergüenza en mi carne. 
Las palabras de hostilidad y de daño me parecen dichas en complicidad conmigo. 
La culpa de cada uno es de nosotros todos. ¿Por qué no sufrirla? Tengo que aprender: 
Resistencia a los dolores que tu mano me impone. 
Serenidad invencible ante lo que me ultraja. 
Y, más bien que juzgar a los otros, limpiarme de mis propias inmundicias. 
Si tiendo arriba las manos, cuanto bajo mi gesto suceda, debe ser olvidado. 



Infinito


Mi Dios bajo tu amparo escribo.
Por mi boca tan chica se empequeñece tu amor por las cosas que están en ti sin disminuirte. 
Tu palabra en mí se reduce, y yo de ti me agrando. 
Pobre cosa tuya sufro de sobrarme a mí mismo y mi alma camina en la frase como un ciego lleno de luz. 
Dame tu ley para que así crezca hasta merecer nombrarte.



RICARDO GÜIRALDES

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