Charles Baudelaire - Las flores del mal

Carlo Farneti (1892-1961) illustration for Les Fleurs du Mal 1935

EPÍGRAFE PARA UN LIBRO CONDENADO 

Lector apacible y bucólico, 
Ingenuo y sobrio hombre de bien, 
Tira este libro saturniano, 
Melancólico y orgiástico. 

Si no cursaste tu retórica 
Con Satán, el decano astuto, 
¡Tíralo! nada entenderás 
O me juzgarás histérico. 

Mas si de hechizos a salvo, 
Tu mirar tienta el abismo, 
Léeme y sabrás amarme; 

Alma curiosa que padeces 
Y en pos vas de tu paraíso, 
¡Compadéceme!... ¡O te maldigo! 



PROYECTO DE EPÍLOGO 

Para la segunda ecición de "Las flores del mal" 

Tranquilo como un sabio, manso como un maldito, dije: 
Te amo, oh mi beldad, oh encantadora mía... 
Cuántas veces... 
Tus orgías sin sed, tus amores sin alma, 
Tu gusto de infinito 
Que en todo, hasta en el mal, se proclama, 

Tus bombas, tus puñales, tus victorias, tus fiestas, 
Tus barrios melancólicos, 
Tus suntuosos hoteles, 
Tus jardines colmados de intrigas y suspiros, 
Tus templos vomitando musicales plegarias, 
Tus pueriles rabietas, tus juegos de vieja loca, 
Tus desalientos; 

Tus fuegos de artificio, erupciones de gozo, 
Que hacen reír al cielo, tenebroso y callado. 

Tu venerable vicio, que en la seda se ostenta, 
Y tu virtud risible, de mirada infeliz 
Y dulce, extasiándose en el lujo que muestra... 

Tus principios salvados, tus vulnerables leyes, 
Tus altos monumentos donde la bruma pende, 
Tus torres de metal que el sol hace brillar, 
Tus reinas de teatro de encantadoras voces, 
Tus toques de rebato, tu cañón que ensordece, 
Tus empedrados mágicos que alzan las fortalezas, 

Tus parvos oradores de barrocas maneras, 
Predicando el amor, y tus alcantarillas, pletóricas de sangre, 
En el Infierno hundiéndose como los Orinocos. 
Tus bufones, tus ángeles, nuevos en su oropel. 
Ángeles revestidos de oro, jacinto y púrpura, 
Sed testigos, vosotros, que cumplí mi deber 
Como un perfecto químico, como un alma devota. 

Porque de cada cosa la quintaesencia extraje, 
Tú me diste tu barro y en oro lo troqué. 




TRISTEZAS DE LA LUNA 

Esta noche la luna sueña con más pereza, 
Cual si fuera una bella hundida entre cojines 
Que acaricia con mano discreta y ligerísima, 
Antes de adormecerse, el contorno del seno. 

Sobre el dorso de seda de deslizantes nubes, 
Moribunda, se entrega a prolongados éxtasis, 
Y pasea su mirada sobre visiones blancas, 
Que ascienden al azul igual que floraciones. 

Cuando sobre este globo, con languidez ociosa, 
Ella deja rodar una furtiva lágrima, 
Un piadoso poeta, enemigo del sueño, 

De su mano en el hueco, coge la fría gota 
como un fragmento de ópalo de irisados reflejos. 
Y la guarda en su pecho, lejos del sol voraz. 




LA CAMPANA HENDIDA 

En las noches de invierno es amargo y es dulce 
Escuchar, junto al fuego que palpita y humea, 
Como se alzan muy lentos los recuerdos lejanos 
Al son de carillones que suenan en la bruma. 

¡Feliz campana aquella de enérgica garganta 
Que, pese a su vejez, conservada y alerta, 
Con fidelidad lanza su grito religioso 
Como un viejo soldado que vigila en su tienda! 

Pero mi alma está hendida, y, cuando en sus hastíos, 
Quiere poblar de cantos la frialdad nocturna, 
Con frecuencia sucede que su cansada voz 

Semeja al estertor de un herido olvidado 
Junto a un lago de sangre, bajo un montón de muertos, 
Que expira, sin moverse, entre esfuerzos inmensos. 




ELEVACIÓN 

Por encima de estanques, por encima de valles, 
De montañas y bosques, de mares y de nubes, 
Más allá de los soles, más allá de los éteres, 
Más allá del confín de estrelladas esferas, 

Te desplazas, mi espíritu, con toda agilidad 
Y como un nadador que se extasía en las olas, 
Alegremente surcas la inmensidad profunda 
Con voluptuosidad indecible y viril. 

Escápate muy lejos de estos mórbidos miasmas, 
Sube a purificarte al aire superior 
Y apura, como un noble y divino licor, 
La luz clara que inunda los límpidos espacios. 

Detrás de los hastíos y los hondos pesares 
Que abruman con su peso la neblinosa vida, 
¡Feliz aquel que puede con brioso aleteo 
Lanzarse hacia los campos luminosos y calmos! 

Aquel cuyas ideas, cual si fueran alondras, 
Levantan hacia el cielo matutino su vuelo 
-¡Que planea sobre todo, y sabe sin esfuerzo, 
La lengua de las flores y de las cosas mudas! 




LA DESTRUCCIÓN 

A mi lado sin tregua el Demonio se agita; 
En torno de mi flota como un aire impalpable; 
Lo trago y noto cómo abrasa mis pulmones 
De un deseo llenándolos culpable e infinito. 

Toma, a veces, pues sabe de mi amor por el Arte, 
De la más seductora mujer las apariencias, 
y acudiendo a especiosos pretextos de adulón 
Mis labios acostumbra a filtros depravados. 

Lejos de la mirada de Dios así me lleva, 
Jadeante y deshecho por la fatiga, al centro 
De las hondas y solas planicies del Hastío, 

Y arroja ante mis ojos, de confusión repletos, 
Vestiduras manchadas y entreabiertas heridas, 
¡Y el sangriento aparato que en la Destrucción vive! 




REVERSIBILIDAD 

Ángel lleno de gozo, ¿sabes lo que es la angustia, 
La culpa, la vergüenza, el hastío, los sollozos 
Y los vagos terrores de esas horribles noches 
Que al corazón oprimen cual papel aplastado? 
Ángel lleno de gozo, ¿sabes lo que es la angustia? 

Ángel de bondad lleno, ¿sabes lo que es el odio, 
Las lágrimas de hiel y los puños crispados, 
Cuando su infernal voz levanta la venganza 
Ven capitán se erige de nuestras facultades? 
Ángel de bondad lleno: ¿sabes lo que es el odio? 

Ángel de salud lleno, ¿sabes lo que es la Fiebre, 
Que a lo largo del muro del lechoso hospital, 
Como los exiliados, marcha con pie cansino, 
En pos del sol escaso y moviendo los labios? 
Ángel de salud lleno, ¿sabes lo que es la Fiebre? 

Ángel de beldad lleno, ¿sabes de las arrugas? 
¿Y el miedo a envejecer, y ese odioso tormento 
De leer el secreto horror del sacrificio 
En ojos donde un día los nuestros abrevaron? 
Ángel de beldad lleno, ¿sabes de las arrugas? 

¡Ángel lleno de dicha, de luz y de alegría! 
David agonizante curación pediría 
A las emanaciones de tu cuerpo hechicero; 
Pero de ti no imploro, ángel, sino plegarias, 
¡Ángel lleno de dicha, de luz y de alegría!

Charles Baudelaire - (Las flores del mal)

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