Los nombres del amor, poemas de Jorge Tamargo



LOS NOMBRES DEL AMOR


EL REINO DE LOS NOMBRES
(POR LUIS ENRIQUE VALDÉS DUARTE)

El poeta cubano Jorge Tamargo (La Habana, 1962), afincado en Valladolid desde hace más de dos décadas, ha desarrollado su actividad poética a la par de su constante carrera como arquitecto y diseñador. Entre los diversos frutos de esta asociación creativa, han visto la luz distintos poemarios, como son Avistándome (2004), Radiografía de la Inocencia (2007), Penúltima espira (2008), Contigo (2009) y Los primeros días de una casa (2008). Cada uno de estos libros –en virtud, sin duda, de ese vínculo funcional entre arquitectura y poesía que acabamos de mencionar– obedece a una estructura sistemática y cerrada, en la que todas las piezas son necesarias para sustentar un resultado final sólidamente concebido.

Así ocurre con la obra que hoy nos ocupa: Los nombres del amor –como si se tratara de una contrafactura “a lo humano” de Los nombres de Cristo, de Fray Luis de León– estipula veinticuatro nombres, motes o atributos del amor, y dedica un poema a cada uno de ellos. Un último poema, el veinticinco, cierra y resume la tentativa. Los cimientos platónicos de semejante construcción –que reivindican, en cierto modo, el concepto de “participación”, descartado prácticamente por la epistemología actual– otorgan al poemario una consistencia admirable. Es el conocimiento de los diferentes nombres o facetas del amor lo que puede acercarnos al Amor con mayúsculas; es la única manera de que el mundo sensible –el nuestro– participe del mundo ideal. Tamargo, por tanto, en ese poema final titulado igualmente “Los nombres del amor”, nos invita a seguir buscando y experimentando, nos incita –nunca mejor dicho– a participar: “ Todavía quedan nombres que buscar / entre las sombras. / Todavía quedan sombras en el reino de / los nombres”.

Se advierte en los poemas, además, una ordenación rigurosa, que va desde la abstracción de los primeros “nombres” hacia las contingencias de lo concreto: las cavilaciones iniciales, de signo universalista, van abriendo paso a un “tú”, interlocutor y cómplice, que se revela indispensable. La introspección y el juicio reflexivo no impiden que irrumpan en los versos de Tamargo imágenes de carácter irracional, con cierto tono surrealista –heredero de su admirado Lezama Lima–, pero que de ningún modo escapan a la voluntad constructiva que define el poemario. No podía ser de otra manera en la obra de un poeta como Jorge Tamargo, para quien la honestidad –en la literatura y en la vida– es un bien incuestionable.
FICHA:
AUTOR: Jorge Tamargo
TÍTULO: Los nombres del amor
EDITOR: Fundación Jorge Guillén, 2015. 
CALIFICACIÓN: Máxima

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