La estructura del marxismo cultural



La estructura del marxismo cultural

El marxismo cultural es un conjunto disperso de ideologías culturales impulsadas por los representantes de la Escuela de Franckfurt (inspirados a su vez por Sigmund Freud, Antonio Gramsci y Georg Lukács) con el propósito subversivo de humillar, destruir e invertir los valores occidentales tradicionales, tanto aquellos procedentes de la tradición griega clásica-liberal (razón, libertad, individualismo) como aquellos procedentes de la tradición cristiana-conservadora (religión, familia, altruismo). En términos generales, es la ideología oficial del progresismo (que afirma que todo cambio y abolición de lo anterior es bueno) y constituye el instrumental analítico de la corrección política y de la censura basada en lo socialmente aceptado.
El marxismo cultural es una superestructura anti-conceptual de carácter global que se edifica en torno a varios niveles fundamentales que se levantan para dar una forma más sofisticada a una polarización fundamental, que sirve de pilar maestro, y que puede formularse de múltiples formas: verdugo-víctima, opresor-oprimido, amo-esclavo.
El primer nivel es una inversión de la metafísica blanca (esto es: el relato colonial y etnocéntrico del conquistador de raza blanca) junto con el apoyo de políticas de discriminación positiva a favor de la inmigración y otras culturas. Se promociona el mestizaje y el multiculturalismo: victimización del extranjero (idealización del buen salvaje)y criminalización de la figura del hombre blanco (como opresor natural). El segundo nivel es una inversión del patriarcado (conservadurismo) y una defensa del matriarcado. Se promueve el feminismo radical: victimización de la mujer y criminalización del hombre. El tercer nivel es una inversión del heterocentrismo. Se promueve la liberación sexual y la abolición de los roles de género: victimización de la homosexualidad, transexualidad y otras formas de orientación sexual, con criminalización de la heterosexualidad y del matrimonio tradicional. El último nivel es una inversión del antropocentrismo. Se trata de la promoción del animalismo: victimización de los animales y criminalización del ser humano. Esto  incluye veganismo, ecologismo y revalorización de la espiritualidad oriental (como respuesta contra los valores de la filosofía griega).
A nivel de contenidos concretos, la expresión de su relato es una suerte de secularización de la religión cristiana: igualitarismo, altruismo y pacifismo. Se repite, en cierta medida, la metafísica de la impotencia (que es el núcleo nihilista de la religión cristiana que pretende igualar a todos bajo la efigie de la pobreza de espíritu), la moral de sacrificio altruista-colectivista (que es la base del moderno Estado de Bienestar que expropia a unos para dar a otros) y la negación de la razón (que es el desprecio de la independencia y la autoestima del individuo capitalista). El marxismo cultural, en cierto modo, supera a la filosofía cristiana cuando sustituye la metafísica de la salvación (paraíso celeste) por la metafísica de la emancipación (paraíso terrenal: sociedad sin clases) pero, a su vez, pretende usar esta para desplazar del plano ideológico a la metafísica de la libertad de la tradición griega y superar así el modelo capitalista.
Dado que su fin es aglutinar todas las causas de los oprimidos, resentidos, agraviados y marginados,  una de sus características básicas será el relativismo cultural (negación de las verdades objetivas, por ser formas de dominación cultural) y el secuestro sistemático de todas las conquistas de libertades civiles realizadas por el liberalismo político. A diferencia del anterior, el marxismo cultural propone una cierta ética basada en elhedonismo, en el elogio a la mediocridad y en el narcisismo de las pequeñas diferencias (movimientos hippies, proliferación de tribus urbanas, pandillas, consumidores, nacionalismos locales, arte degenerado) que incluyen, a veces de formas contradictorias, defensas pobres del aborto libre, el consumo de drogas, la prostitución y otras prácticas sexuales extremas.

Acerca del autor: Adrián Rodríguez
Adrián Rodríguez López,  doctorando en Filosofía por la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Estudió el Máster de Filosofía Teórica y Práctica en la misma universidad. Se especializó en Historía de la Filosofía y Pensamiento Contemporáneo. Su interés filosófico se centra en el estudio del lenguaje político y en el pensamiento liberal. Es un amante apasionado de la lógica formal y de las obras de Ayn Rand. Actualmente vive en Madrid.


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