© Margarita García Alonso

Inundación
 Günter Grass. 
Esperamos que cese la lluvia, 
aunque nos hemos acostumbrado 
a permanecer invisibles, tras la cortina. 
La cuchara es colador ahora y nadie se atreve ya 
a extender la mano.
Muchas cosas flotan por las calles, 
cosas bien escondidas en tiempo seco. 
¡Qué penoso ver las sábanas usadas del vecino! 
Vamos a menudo al indicador de nivel 
y comparamos, como relojes, nuestras cuitas. 
Algunas cosas pueden regularse. 
Pero cuando los aljibes se desborden y se colme la medida que heredamos 
tendremos que ponernos a rezar. 
El sótano está sumergido, hemos subido las cajas 
y comprobamos con la lista el contenido. 
Todavía no se ha perdido nada... 
Como es seguro que las aguas bajarán pronto 
hemos empezado a coser sombrillitas. 
Será muy duro volver a cruzar la plaza, 
claramente, con sombra de plomo. 
Al principio echaremos de menos la cortina 
y bajaremos al sótano a menudo 
para contemplar la marca 
que las aguas nos legaron.

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