foto Niu Palomino, Leyser Ley Martínez, Margarita Garcia Alonso.

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Primo Levi.
Plinio
No me retengáis, amigos, dejadme partir,
no me alejaré mucho, solo quiero llegar a la otra orilla.
Quiero observar de cerca esa nube negra
que se eleva en forma de pino por encima del Vesubio,
y saber cuál es la causa de ese extraño fulgor.

Sobrino, ¿no querrás venir conmigo? Está bien; quédate y 
estudia.
Copia otra vez los apuntes que te di ayer.
No tienes que temer a la ceniza; ceniza sobre ceniza.
Nosotros mismos somos ceniza, ¿recuerdas a Epicuro?
Pronto, preparad el bote, ya es de noche:
de noche a mediodía, un portento nunca visto.

No te preocupes, hermana, sabes que soy prudente y que sé 
lo que me hago; 
los años que me encorvaron no pasaron en balde.
Claro que volveré pronto. Dadme solo tiempo para cruzar el golfo, observar el fenómeno y volver,
y mañana relatarlo en otro capítulo de mis libros, que espero vivan aún
cuando los viejos átomos de mi cuerpo lleven ya siglos girando, disueltos en los torbellinos del universo,
o vivan de nuevo en un águila, una muchacha o una flor.

¡Ea, marineros, obedeced! ¡Echad el bote al mar!
23 de mayo de 1978
Plinio el Viejo murió el año 79 de nuestra era, durante la erupción del Vesubio que destruyó Pompeya, por haberse acercado demasiado al volcán.

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