PALABRAS ESCRITAS POR DENTRO: FÉLIX LUIS VIERA, COMPILACIÓN DE SU LIBRO LA PATRI...


PALABRAS ESCRITAS POR DENTRO: FÉLIX LUIS VIERA, COMPILACIÓN DE SU LIBRO LA PATRI...:                                                24 Tan pobres hemos sido, mujer, hijos míos, tan pobre nuestra despensa, nuestro...



FÉLIX LUIS VIERA, COMPILACIÓN DE SU LIBRO LA PATRIA ES UNA NARANJA, PREMIO LATINA EN VERSO (ITALIA)


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Tan pobres hemos sido,
mujer, hijos míos,
tan pobre nuestra
despensa, nuestros escaparates y la madera de nuestras
puertas.
Pero en lo alto estaba la
tribuna de donde salían lo mismo fieras que
gaviotas que los geranios
del porvenir.
Hijo mío, tú sin
calcetines, sin la pistola de agua que te hiciste grande esperando,
tu madre sin más techo que
sus cabellos,
sin otra piedra en la mano
que la certeza de la esperanza.
Tan pobres hemos sido,
pero quienes nos leían las
cartillas
fabricaban búnkeres con el
soldado de chocolate que tú, hijo, no tuviste,
con los calcetines que te
trajo un líder
desde sus incandescentes
reuniones europeas
adonde iban los líderes a
recibir el cartabón, el compás
con que se fabricarían los
esplendores de todos, entre ellos el tuyo, hijo mío,
que pasaste por la niñez
sin alcanzar
el juguete que por otros
decires tú soñabas.
Tan pobres hemos sido,
mujer, hijos míos, madre
que por tu hijo diste la
última uña que guardabas,
el pequeñito fuego
restante de tus pupilas.
Tan pobres hemos sido,
pero todos tuvimos
escuelas al pie de las flores
un médico en cada amanecer
un atleta que ponía tu
nombre y el mío y el de todos
y el de la patria, el
nombre de la patria,
en lo más alto de las
colinas de todas las galaxias,
mas no bastaba:
hemos bebido nuestra
propia sangre en forma de conos
hemos bebido nuestra
propia sangre en forma de estrellas partidas
hemos bebido furtivamente
la sangre del hermano
hemos negado la patria a
aquellos que también la amaban
hemos hecho de la patria
un sudario de discursos
una Pena de Muerte eterna
un zoológico donde no hay
raros animales.
Perdóname, patria,
perdóname dorada naranja
de la patria
perdóname porque yo
también asesiné a la patria en nombre de la patria
yo también firmé el
decreto donde hacía a todos los hombres iguales,
donde cada hombre
respiraría el mismo oxígeno, la misma cantidad, a la hora
misma,
yo también hice el giro de
la hipérbole a la izquierda
hasta que el brazo de la
patria se hizo trizas.
Perdónenme, mujer, hijos
míos, patria:
tan pobres hemos sido,
nunca hemos tenido una
pecera
también por mi culpa,
perdónenme hoy esta
amargura, esta franqueza.



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Bajo esta llovizna,
en medio de este frío,
entre estas calles anchas
y arboladas,
brillantes por el asfalto
negro,
¿se habrá de detener tu
corazón?
¿Se detendrá tu corazón
dentro del Gran valle?
¿Regresarás a la patria
convertido en una bolsita de cenizas?
Inerte, ¿harán volar tu
corazón hecho cenizas,
cual pájaro hecho cenizas,
por sobre la inmensidad
del Golfo,
hasta la tierra donde una
vez tú cantabas?
¿Habrá de detenerse tu
corazón dentro de este frío donde siempre
es medianoche?
Junto a esta grisura de
los árboles
del atardecer
de la avenida tuya de cada
día,
¿habrá de detenerse una
agrisada tarde tu corazón?,
tu tan jodido corazón,
tu corazón lleno de bilis,
tu corazón con tantas
muescas de derrotas,
¿habrá de detenerse
bajo la densidad de este
cielo,
pisoteado por la lluvia
ácida,
envuelto
en la densa capa del
olvido?



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Isla de Cuba,
cuántas guitarras han sido
rotas en tu nombre,
cuántos tiranos te han
violado luego de haberte proclamado doncella
nuevamente,
cuántas muchachas han
mordido el polvo de su Sueño
luego de que el azulísimo
mar se ha hecho rojo con la sangre de sus amores,
cuántos niños han perdido
sus globos bajo el trueno prometedor de la Justicia.
Cuántas gonorreas, cuántos
chancros
han depositado en ti tus
salvadores,
cuántos, blandiendo el
rojo matiz de la poesía,
han encadenado tus ojos,
han lanzado
en aviones de papel la
mentira de ti como una fruta plástica.
Isla de Cuba, sangre que
no termina,
¿dónde te hallas en esta
noche, dónde
que tus boleros no me
alcanzan, dónde
que aquellas mujeres no me
afierran los tímpanos con sus risas como
pífanos que estallan,
dónde los negros que no llegan acezantes, tautológicos,
serenos como sierpes en
fuga, dónde
las negras que no me
asaltan con sus culos como bastiones bíblicos?
Y ¿dónde, dónde aquellas
mulatas
que bajo las nieves de los
relámpagos consagran la hostia?
Dónde,
amor mío,
en esta noche cuando
me dueles en toda la boca,
cuando
inútilmente
te busco en el lejano
frío.
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Candorosas putas de mi
patria
lejos, desde esta
gigantesca Ciudad yo las saludo
yo las amo en la distancia
muchachas que soñaron como
yo una vez con el porvenir del oro
equitativamente repartido
Putas mías
putas filólogas ingenieras
médicas economistas lánguidas
licenciadas
que se han vendido a un
italiano gordo dueño de un taller de mecánica
a un gastronómico sueco
a un trailero mexicano
a un canadiense que corta
el césped en los jardines ajenos
a un español especialista
en longanizas
a un portugués ratero
yo las quiero putas mías
yo las quiero y les canto
y soy vuestro defensor
muchachas
adolescentes
cuyos padres les dijimos
que el hambre jamás entraría en vuestro reino
puesto que era
asunto de otras latitudes
cuyos padres les
aseguramos
que aquellos que hoy las
poseen por cuatro dólares
eran miserables sin valor
para construir un porvenir ausente del oprobio
cuyos padres les
aseguramos
que cantaríamos a las
cinco de la tarde
cada día
en las colinas que
levantábamos donde habríamos de cultivar flautas y
guitarras
Putas de la patria mía
muchachas adolescentes
licenciadas en proyectos perdidos
yo las quiero
y las convoco a seguir
amando cuando llegue el momento.
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Mis hijos me envían cartas
como si el hijo fuera yo,
me aconsejan que no beba,
que fume poco, que no salga en las noches,
que escuche rancheras y corridos
en soledad.
Un año sin ver a mis hijos
tiene el peso de todas las guerras,
me ha matado mil veces,
un millón de veces he
visto mi sangre correr por los tragantes.
Mi hijo es dorado como una
espiga dorada
y sus ojos tienen el color
emergente después de la furia,
él ha sido tierno y cuando
tenía 9 años
yo le escribí un poema
pidiéndole que nunca abandonara esa ternura
y así lo hizo,
él fue mi gran amigo y me
enseñó a jugar como yo no sabía
y hoy seguimos siendo
amigos y si ya no podemos jugar juntos
nos escribimos cartas con
las reglas del juego que vendrá;
estamos tan seguros de la
esperanza que ya no nos importa la esperanza.
La voz de mi hija se
escucha por doquier en la inacabable Ciudad,
es la voz de tantas
muchachas y del Primavera que canta en el fresno
y son sus ojos los del
colibrí que a diario viene a saludarme en la ventana,
yo he visto su voz en los
cientos de aviones que parten el cielo de la noche
he escuchado sus ojos
en los violines que dictan
la penúltima lágrima,
en mis cartas le he dicho
que se cuide de los poetas de la patria,
que se cuide de los
poetas,
son los poetas los que
afirman que la patria es una naranja,
son los hacedores de
nuevos emblemas,
son entes peligrosos que
anidan debajo de los nidos,
son veleidosos,
promiscuos, inconstantes
y siempre se hallan
seguros de amar a la hija del poeta,
pero son también le digo
quienes saben fabricar la pólvora que salva las
heridas,
son los que aman;
en mis cartas le aviso
que se cuide del Tirano:
le obedezca,
le asienta, 
las barbas del Tirano
están teñidas de azul
y con ellas él caza a las
muchachas que andan en busca de su príncipe,
y con sus ojos rojos
mata.
Mi hijo y mi hija
nunca han tenido una
pecera.
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Lejos de la
patria has conocido a una mujer 

que tiene una pecera

y que en las noches se arrulla con el viento lunar.

Ella te salvó del frío y de la constante, inmensurable soledad

en la enorme Ciudad donde nadie te amaba.

Tú estabas lejos de la patria

o mejor dicho tú en ti habías extraviado la patria

y los senos de esta mujer te hicieron encontrarla,

los jugos de su interior te dieron las franjas

de la bandera de tu patria que habías extraviado.
Ella bajaba
cuatro pisos para verte

en los amaneceres donde tú no te hallabas el lugar de la boca

y te amaba creo que como se ama

un espectáculo largo tiempo admirado y pretendido,

su sexo se asemejaba al pastel que quisiste

cuando niño:

era tierno y crujiente y parecía recién sacado

de un horno tibio,

su vientre se parecía a la patria

porque uno no quisiera abandonar su calidez,

una mujer morena cuyos ojos eran los más temibles retadores de la noche.

Sus senos debieron ser esculpidos por aquel que supo

sembrar el néctar en la piedra.

Tú chupabas sus senos como si fueran

la última baraja marcada.

Ella te sacaba todos tus jugos

y el tintineo de su voz

te hizo asegurar

que algún día los hombres se amarían

de modo que la patria comenzara en un prado

y terminase en las piernas de una mujer

y en las manos de un hombre sobre esas piernas.

Era morena y furtiva en las mañanas y antes de llegar a ti

ya su sexo había probado el rocío.

Tu supiste que sus nalgas habían sido tocadas por Cristo

y por eso jamás morirían.

Era morena como el sol que cae tras las montañas

en la inmensa Ciudad.
Todos los
derechos reservados © Felix Luis Viera, 2016
Félix Luis Viera, poeta, cuentista y
novelista, nació en Santa Clara el 19 de agosto de 1945. Ha publicado seis
libros de poesía, tres de cuentos y cuatro novelas. Entre sus libros de cuentos
se destacan Las llamas en el cielo (Ediciones
Unión, 1983) y En el nombre del hijo
(Editorial Letras Cubanas, 1983, Premio de la Crítica 1984), que según varios
críticos marcan pauta en la narrativa de su país.
Su novela Con tu vestido
recibió en 1987 el Premio Nacional de Novela de la Uneac (Unión de
Escritores y Artistas de Cuba) y el Premio de la Crítica 1984. Junto a esta, los
críticos han destacado El corazón del rey
(Ediciones Lagares, México, 2010) y Un
ciervo herido
(Editorial Plaza Mayor, 2002, Ancora del Mediterráneo,
Italia2006, Eriginal Books, Miami, 1910), que aborda el tema de las Umap
(Unidades Militares de Ayuda a la Producción), campos de trabajo forzado
establecidos en Cuba de 1965 a 1968.
Tanto su obra narrativa como poética ha sido traducida a
diferentes idiomas y forma parte de diversas antologías en Cuba y el
extranjero.
Su poemario La paria es
una naranja
(1910), con notable acogida de público y crítica, y recibió en
Italia, en 2013, el Premio Latina en Verso para obras editadas

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