opinólogos alborotaos en tres partes



cuando se toman las pasas por pelos de negra!

Me estremece la uña del pie el termino “opinólogos”, es una de las ventajas de la libertad de expresión que tanto defiendo, pero desvirtuada al extremo. No es el comentarista, crítico, comentador, visitante oportuno, es el posado en sus treinta versiones y unos pares de zapato de mil leguas o lenguas sobre todo lo que se mueve o se escriba.

El opinólogo es del espacio virtual el ser más fantasmagórico. Un día descubre tu blog y deja un mensaje al que respondes- todos los que tenemos finquita en la red, respondemos- o no lo hace, pero te anota como diana y vuelve, visita a quienes visitas, llega a sucederte en los comentarios, al principio te apoya, se hace amigo de tus amigos, nada puedes decir sin que lo ratifique, rectifique y agregue de su cosecha –como el rumor, se agranda, se agranda lo que dices-y te preguntas cómo es posible? Tendré una IP olorosa?

La red del opinólogo es amplia, le perteneces, te cita cuando habla en otros lugares, lo cual atrae una horda de “enemigos”- Impone pasiones desenfrenadas a la virtualidad, y acecha, espera a que digas - si es un opinologo fan hasta a ti te dara nausea el azucar; si es un opinologo contra,vertera un carnaval de impropios.

Nadie tira contra un muro el bolígrafo, cuando lee un libro; se piensan las letras, se ordenan las frases, y si no te gusta lo abandonas, o te das el tiempo necesario a la articulación de ideas y criticas. (En este momento millones de personas gracias a Internet están descargando furias contra cualquier desconocido que les molesto con una palabra atravesada, aunque el tipo la haya puesto en su blog, censado ser propiedad personal y bitácora de desayunos presurosos; millones de personas creen haber encontrado el amor en unas letritas azules sobre msm).

A veces hay respuesta, del otro lado coinciden en el tiempo afectivo, las mas, es ensueño, carencia y desborde de intención. Aunque el mayor tiempo lo pase sentada, perjudicando a mis nalgas, nada hay como un frente a frente, aseguro, la vida de verdad puede también ser la virtual, para quienes como yo viven tan lejos de la civilización, de su idioma, o de su cultura.

Frente a una pantalla, un cristal, -diríamos, especie de sicoterapeuta cuyo costo esta comprendido en la conexión - estas solo, frente a tu experiencia y traumas, buscando en frases tiradas en pixeles, una respuesta a tus vacilaciones y ocio,-justo en este instante reflexiona antes de teclear y cuída de achacar en estruendo delirante, emociones semejantes a las que has vivido. La ética y el respeto valen en cualquier terreno, virtual como presente.

El que escribe en la mayoría de los casos es ajeno a lo que provoca, comento un tema y se encuentra con que ha “revuelto” una pasión. Las hay preciosas, de afecto, las hay temibles.

En esas últimas es donde el opinólogo se afinca, y te despersonaliza pues cree saber de ti, en comentarios dos, tres, cuatro veces más extensos del que pusiste. Hay hasta quienes se hacen pasar por ti para que quedes como una patata podrida, de todo hay…pasa también en la calle, no hay que aceptarlo como un mal menor, no hay que dejarse invadir, o mal interpretar, para bola antes de que te ahoguen.


Teme a los opinólogos, corta el suministro o tu imagen se ira deteriorando por el acompañamiento de una sinfonía de impredecibles situaciones que evitas tras el freno de la virtualidad.

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